domingo, mayo 13, 2012

¿Y qué hiciste la foto?

El día en que las tropas del Ejército de Liberación Nacional, que lideraba don Pepe, iniciaban la toma de Limón, mi familia vivía en un carro de ferrocarril que estaba desde hacia varias semanas estacionado en los patios de “la Northern”.  

Mi madre y mis tres hermanas mayores, Maruja, Marielos y Teresa, que tenían entre 2 y 5 años, acompañaban a mi padre que era pintor ferroviario.  En aquellos años la compañía ferrocarrilera daba mantenimiento a las estaciones a lo largo de la ruta desde Turrialba a Limón y la cuadrilla de pintores de don Víctor Manuel –que incluía a varios de mis tíos y primos, todos muy jóvenes- se pasaba semanas o meses en cada estación mientras terminaban de pintar todas las instalaciones y los carros del ferrocarril.  Se alojan en viejos vagones estacionados en los patios y acondicionados como viviendas, con subdivisiones y muebles pequeños expresamente construidos para acomodarlos en el estrecho y alargado coche.

Uno de los tres pelotones de la Legión Caribe, llegó por el lado de la playa y avanzó a punta de bala hacia las bodegas y andenes de la Estación de Limón, cerca del Parque Vargas, pero el avance fue muy lento porque el edificio de la Aduana y otros aledaños estaban fuertemente defendidos, así que el combate se extendió toda la tarde y la noche.

Las balaceras se empezaron a escuchar cada vez más cerca y se hizo demasiado tarde y peligroso como para moverse con doña Dora y las chiquitas del sitio, así los muchachos de la cuadrilla siguieron las instrucciones de tirarse al piso bajo las mesas y cubrirse con cartones o cualquier otra cosa, esperando que las gruesas paredes resistieran cualquier bala perdida y para protegerse de los vidrios quebrados.

El combate arreció durante la noche y algunas balas atravesaban los vagones, quebrando las ventanas y tirando vidrios que se estrellaban con las paredes, sobre las mesas o directamente en los cartones con que se cubrían, mi padre a un lado y mi madre al otro protegiendo a mis tres hermanitas con sus brazos, en un gran abrazo de cinco y soñando con que amanecieran sanos.  

Al amanecer de esa terrible noche el combate fue terminando y era obvio que las escuadras revolucionarias habían consolidado su posición, mi padre pudo levantarse para limpiar un poco los destrozos y verificar que el resto de la cuadrilla estuviera bien, con cuidado y a la expectativa de la llegada de los combatientes y lo que podría pasar con ellos. Poco después en efecto, vio que algunos venían revisando los vagones en busca de enemigos y les hizo señas para que no fueran a confundirlos con gobiernistas y llamó a los miembros de la cuadrilla para que se quedaran en el vagón de la familia y les advirtió que lo dejaran hablar a él y explicar por qué estaba ahí, sin meterse en cosas políticas. 

Pero claro, eran de una familia tradicionalmente calderonista y por tanto el vagón tenía, entre los adornos usuales, una gran foto enmarcada del Doctor Calderón Guardia.  En el trajín, el susto y la desesperación por lograr salir sanos, nadie lo recordaba ni se les había ocurrido lo que ello podría significar, hasta que doña Dora corrió donde estaba la foto y la sacó rápidamente del marco, mientras mi padre ya descendía a conversar con los que comandaban la escuadra, pensando en qué pasaría si subían a revisar y los identificaban con enemigos.

Nada pasó, se dio una conversación  cordial y los jefes de tropa se preocuparon por la salud de todos, en particular  por las niñitas y hasta, decía mi padre, se disculparon por los daños, pero bueno, que entendieran que estaban en guerra.

Terminado el susto, mi padre, todavía nervioso, le preguntó a mi madre: ¿Y qué hiciste la foto?  La tiré por el escusado, fue la respuesta.

Pero de inmediato recordaron que el viejo escusado del vagón –que ellos no utilizaban- era simplemente un hueco que daba a la línea y por tanto la foto estaría ahí en el piso, bajo el vagón, al lado de las botas de los miembros de la escuadra de la Legión Caribe, quienes ya se alejaban conversando tranquilamente, pues los del gobierno se habían ido en la madrugada.

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