viernes, septiembre 30, 2005

¡SON NOTABLES…

¡SON NOTABLES…
los desaciertos y los vacíos!

Son notables las ausencias y los equilibrios forzados en el informe de los cinco ciudadanos costarricenses sobre el TLC. Ausencias y seudo equilibrios que han sido ya utilizados para fortalecer la campaña de propaganda arrebatadora contra la oposición al TLC indicando que ‘los notables’ desnudaron los fantasmas (con lo cual, a decir verdad no se vería nada, sería la total transparencia). A la vez, y contrariamente, se pretende hacerles decir que se oponen a la aprobación del TLC; cuando en realidad su documento ha servido para que hasta los ambiguos (que hay muchos que no quieren decir ni sí ni no, para no quedar mal ni con la academia, ni con los gamonales de la política que podrían nombrarlos en algún puesto a partir de mayo próximo) puedan salir a decir, ‘ven se los dije’ como dejando de decir, ‘ellos han sido tan ambiguos como yo’ lo que sirve para salvar cara y además de hecho apoyar la campaña del SÍ –y quedar bien con quien corresponde- porque en esta decisión sí: si no estás expresamente por el NO, pues estás por el SÍ, con todas sus consecuencias ahora y después. Exactamente igual como en la campaña chilena contra la permanencia del dictador y por la vuelta a la democracia, cuando se dijo NO a la continuidad de la dictadura.

Fue espectacular mente notable la ausencia de alguna de nuestras tantas notables mujeres en el análisis del documento, tan solo comparable al desprecio, el encono y el irrespeto de que fueron objeto dos de esas mujeres notabilísimas porque se pronunciaron claramente contra la aprobación del TLC tal y como fue negociado, es decir tal y como es hoy, o sea, tal y como se habrá de votar con un sí o un no en la Asamblea Legislativa, ahora o más tarde, con Pacheco o sin Pacheco. Y por supuesto habría que ser absolutamente ciego para no ver (en tele, en las vallas, en los cines, en las paradas de buses, en los periódicos, en todo maldito lado) y sordo (para no escucharla en toda la radio) la campaña del SÍ con su juvenil promotor sonriente y descorbatado al lado, matando así – ¿aahhh sí?- un par de zanates con una sola mueca.

En general es notable una como ‘lectura ingenua’ del documento y el resumen y la forma en que organizan su análisis, junto a sus enormes vacíos y equívocos, dejando de leer entre líneas y en particular dejando de proyectar al futuro las acciones posibles y los cambios previsibles en áreas sustantivas de la vida nacional y las relaciones sociales en el territorio. En particular es notable la ausencia de una clara expresión de que la aprobación del TLC aumentará sin duda alguna las inequidades y distancias en la calidad de vida entre el grupo de empresarios y gerentes nacionales de las multinacionales y el inmenso grupo de los asalariados, campesinos y los ‘sin nada’.

Y es más notable, la lectura ingenua, sin el como, de quienes alaban el informe al Presidente de los cinco ciudadanos como si lo que dijeran sobre las condiciones estructurales de nuestra economía y nuestra sociedad o la índole de nuestra relación como nación con la primera superpotencia económica y militar del planeta (estando como estamos localizados en su traspatio) fuera algo nuevo, o ahora sí dicho por gente importante, o ahora sí dicho por los que sí saben porque, al fin y al cabo, son notables y todos los demás ciudadanos quizás no. Es increíblemente notable escuchar intelectuales críticos de siempre utilizando el informe notable como argumento de autoridad para decir, “ven los notables en medio renglón concuerdan con mi argumento de los últimos cinco libros”, ¡qué bien! Esto a pesar de que los autores expresamente señalan que hay que ver el todo del informe y no citar fuera de contexto algunas frases o renglones, pues ellos sin duda tenían certeza que sus aparentemente ambiguas frases serían citadas como tal argumento de autoridad por todas y todos, derechistas e izquierdistas, sindicalistas y empresarios, libertarios pro/imperialistas y autoritarios de izquierda, todos y todas no tan notables como ellos.

Y… claro, quien va a estar en desacuerdo con que hay muchos pobres, o que hay inmigración ilegal de pobres, o que hay entrabamiento, o que se requieren cambios estructurales, o que hay inequidades entre EEUU y los otros seis paisecitos, o que hay proteccionismo en EEUU (y la UE y en las demás potencias económicas de todo el planeta, lo que hace imposible el libre comercio en alguna parte del mundo, dicho sea de paso), o que su tradición legal es distinta de la nuestra, o que son prepotentes y si pierden un juicio usualmente desconocen entonces a la corte que falló, o etc., otras tantas verdades de Perogrullo. Pero, y, ¿eso qué tiene que ver con aprobar o no el TLC?; bueno muy sencillo: los cinco ciudadanos nos dicen que es mejor si lo aprobamos luego de resolver a nuestro favor todo eso. Pero también nos dice que sería bueno al menos aprobar el TLC y hacer algo al respecto a la vez, y también quizás, dicen que quizás sería bueno aprobarlo y esperar a que los futuros diputados decidan algún día hacer algo y a la vez esperar que esos cambios, que son opuestos a los intereses expresos de los que apoyan el TLC –es decir los empresarios vinculados a las multinacionales y exportadores-, sean votados por SUS diputados, es decir esperar a que los diputados de hoy o mañana vayan a aprobar algo que vaya en contra los empresarios sin que estos lancen, ahora sí, una gigantesca campaña por el NO, a los cambios estructurales y demás, por supuesto, luego de la campaña por el SÍ al TLC.

Un estimable colega lo ha planteado durante todo un año: negociemos con los que quieren el TLC; que a cambio de aprobárselos nos den un gran cambio estructural, un nuevo acuerdo social, que nos den el equivalente siglo XXI del Código de Trabajo, o mejor, el posmoderno equivalente de las Garantías Sociales de los años 40s. Como si aprobar el TLC no fuera en sí mismo un gran cambio estructural en la dirección contraria. Y esto lo dice, al parecer ingenuamente, como si los que quieren el TLC (incluyendo el gobierno de los EEUU entre ellos, por supuesto) necesitaran negociar algo con los que no lo queremos, si, como decía el diputado años atrás, ¡para eso tenemos la mayoría!

Entonces ahora vienen estos cinco señores distinguidos en sus campos y convertidos en los mejores diputados del SÍ y luego de dos meses de estudio erudito y cientos de conferencias por correo electrónico de altísima velocidad, nos dicen que hay que aprobar el TLC y claro, sería mejor si hiciéramos los cambios colaterales para no tener tantos daños colaterales.

¡OoooHHHH, qué inteligentes! ¡Qué notables!

Pero sobre todo, ¡que pretenciosos!, al pensar que todos caerían en su delicada tela y quedarían ahí atrapados diciendo ‘que ya los notables dijeron’ y luego poniéndose a decir y propagar lo que ellos han estado diciendo y querían que los notables dijeran.

La discusión sobre el TLC no será fácil en la Asamblea Legislativa, que tiene ya un grupo suficiente de personas ahí dispuestas a aprobarlo de inmediato sin siquiera leerlo, como ya se hizo en otros tres países del istmo, y a la vez, preparan administrativamente las condiciones de seguridad para impedir que la votación sea abortada por cualquier forma de intervención. Esto se suma al desborde, como los ríos del pacífico sur, de la propaganda y las presiones contra quienes en la Asamblea podrían oponerse o tratar de obstaculizar la votación del SÍ, dado que ya los propagandistas casi tienen certeza que su presión finalmente le dobló el brazo al presidente Pacheco, quien ahora también tiene la buena excusa y argumento de autoridad que constituye el ‘informe de los notables’ que dice lo que quieren que diga.

En todo caso para algunos diputados ya el TLC está vigente, como el que declaró al periodista que Nicaragua no podía aprobar el llamado impuesto patriótico porque ‘viola el TLC que firmaron’, aunque como se sabe –tal vez el diputado no sabe- el TLC NO ha sido ratificado por el Poder Legislativo, ni en Costa Rica ni en Nicaragua.

La discusión, que se ha dicho será en las calles, ya recibe también una catizumba de presiones y opiniones para descalificarla y debilitarla de antemano, incluyendo la presión al Ministro de Seguridad para que actúe agresivamente y permita la sacrosanta ‘libre circulación’ por la que, si es necesario, debe enviar a sus subalternos a matar.

Ahora, solo falta que la selección de fútbol se clasifique para el mundial y el ejército nicaragüense ocupe la margen sur del Río San Juan para que cualquier protesta pública sea considerada simplemente traición a la patria y salgan los autoritarios pidiendo el paredón. Así, se podrá votar SÍ, en la Asamblea, sin dilación.

Sobre todo en circunstancias como las que políticamente hoy tenemos, donde La Nación pide a gritos –sí en forma recurrente, con malacrianza y prepotencia- que haya una gran devaluación ya, ahora en que se coincide que las universidades públicas cuestan mucho y no gradúan casi a nadie, -según la misma Nación-, mientras que nosotros a quienes ellos llaman los ‘rentistas del Estado’ insistimos en decir NO al TLC.


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Manuel Argüello Rodríguez, Ph.D.
Catedrático de la UNA (Costa Rica)

Jueves, 29 de septiembre de 2005