lunes, diciembre 19, 2005

PRIMER PRESIDENTE INDÍGENA DE AMÉRICA

Cuando en Costa Rica todavía muchos de los habitantes originarios siguen careciendo de tan siquiera una simple cédula de identidad, cuando a muchos se los sigue considerando ‘panameños’ para desentenderse de sus derechos y permitir la extra explotación que viene aparejada con la ‘inmigración ilegal’, cuando los habitantes originarios de Costa Rica son las víctimas consuetudinarias de la miseria, el aislamiento y la invisibilización, pero a la vez del abandono de todo el sistema de seguridad social construido para los otros habitantes nacionales desde décadas atrás. Cuando luego del impacto de las inundaciones de inicios del 2005 la situación sigue muy parecida a los días posteriores al evento, con escasa recuperación y mucho olvido; cuando las tierras de reserva siguen siendo robadas y ocupadas por los ladinos y todo tipo de inmigrantes no originarios –claro, los inmigrantes son ellos, no los indígenas que son habitantes originarios-, parece ser que finalmente el péndulo empieza a cambiar en alguna latitud de América.

Felizmente las tendencias positivas para la búsqueda de la política en el sur se consolidan y mientras muchos en nuestro país insisten en integrarnos más como neo colonia y se insiste también en las amenazas y el miedo frente a las posiciones que no sean las del modelo liberal de apertura total y entrega a las multinacionales de la toda riqueza humana o ambiental; en el sur se consolidan procesos de independencia, el cono sur se fortalece con la incorporación de Venezuela al MERCOSUR y ahora el pueblo de Bolivia elige a su presidente indígena, sindicalista y con un discurso absolutamente transparente de oposición radical al modelo neoliberal y neocolonial.

La campaña de la derecha y de los paniaguados de los dictadores militares de otros tiempos fue tendenciosa y destructiva, se utilizó el miedo y la amenaza de más miseria y destrucción total de la economía, se amenazó –y sigue la amenaza- con la desintegración del país y por supuesto con la ingobernabilidad; como si tal cosa no fuera lo que caracterizó a Bolivia durante las últimas dos décadas; proceso que llevó a la población cada vez más a organizarse para la toma del poder por vía del voto eligiendo a uno de los suyos.

La prensa y la televisión más empresarial –como en muchos lados, incluida Costa Rica- se enfocaron en destruir la candidatura del MAS y bloquearon su mensaje mientras soportaban e impulsaban al candidato de la derecha, exvicepresidente del dictador militar y presidente gracias al retiro por vejez del eterno dictador. Fue muy clara su ‘información’ tendenciosa y obstruccionista de la libertad de información. La prensa internacional de igual tendencia siguió llamando al actual Presidente Electo con el mote de ‘cocalero’, para seguir con la imagen destructiva, malintencionada e insinuante de narcotráfico y similares, y así descalificar al líder de los pueblos originarios.

Las encuestas y las empresas que las hicieron siempre se negaron a representar la gran ventaja que tuvo el MAS y siempre predijeron alrededor del 40% de los votos para Morales, seguido muy de cerca, de 3 a 5 puntos por debajo, muy parecido al margen de error, por el candidato de la derecha, su candidato, el de los empresarios, las multinacionales, los bancos y el gobierno de EEUU. Igual que en Costa Rica, las encuestas sirven para fortalecer al candidato preferido de los empresarios y las multinacionales, al margen de que las empresas encuestadoras aseguren que son profesionales, transparentes y ‘absolutamente éticos’, como dijo alguno.

Hoy sabemos que en Bolivia, el Evo de verdad originario obtuvo la mitad de los votos a escala nacional y más del 60% en La Paz y Cochabamba, con más de 15 puntos por encima del segundo lugar a escala nacional. Las encuestas que se utilizaron para fortalecer la candidatura y el PODEMOS de su candidato no lograron vencer la determinación de un pueblo acallado y explotado por más de quinientos años, muchos más, que está organizado y hará respetar su decisión en las urnas de la democracia liberal.

Ahora ya podemos decir:

Presidente Evo Morales, dirigente indígena, sindicalista y culturalista, esperanza de América.

Nuestros respetos.

domingo, diciembre 04, 2005

DE MITCH A EPSILON

Es cuatro de diciembre y el Huracán Epsilon alcanza vientos sostenidos de más de 136 Km. por hora en el Atlántico. La temporada de huracanes del 2005 ha sido –y no acaba- sin duda extraordinaria. Es la más intensa y activa que registra la historia con un total de 25 tormentas tropicales y catorce huracanes, de los que seis han alcanzado las categorías 3, 4 ó 5, las máximas en la escala de intensidad Saffir-Simpson. Esta es la mayor cantidad que se ha registrado en los 110 años desde que se llevan estadísticas y supera a los 21 sistemas de 1933, la más alta hasta ahora en la historia. Esta temporada no solo batió los récord de cantidad de huracanes, sino también de intensidad, con tres ciclones de categoría cinco: "Katrina", "Rita" y Wilma". Este último es el huracán que se ha intensificado más rápidamente en la historia pasando de tormenta tropical a un gigante de categoría cinco en apenas 24 horas. Ese huracán es también el de más baja presión registrada en su centro (882 milibares) en la historia.

La pregunta inmediata es si acaso estamos frente a un punto más que extraordinario, el del 2005, del ciclo, o si más bien, se están observando elementos de un nuevo ciclo, una nueva situación vinculada con el cambio climático inducido por la acción humana.

En Centro América, se recuerda todavía con mucho realismo el impacto del huracán Fifí que en 1974 dejó casi cien mil muertos y gravísimas pérdidas, en particular en Honduras; igual que sucedió con el Huracán Mitch en 1998. La condición de istmo -cuya columna vertebral es una enorme cadena de volcanes- y de puente entre continentes y océanos, no solo da una inmensa biodiversidad y una riqueza natural casi sin límites, sino también la condición de riesgo anual con la temporada de ciclones del atlántico, el movimiento de las placas tectónicas en ambas plataformas continentales y la sucesiva erupción de los volcanes que ya destruyeron casi todas las capitales nacionales de la región desde la colonia, y no acaba, como lo muestra la erupción del Volcán Ilamatepec, más conocido como Santa Ana, en El Salvador, el recién pasado 1 de octubre.

Al igual que respecto de la actividad volcánica y sísmica originada en los movimientos de las placas tectónicas, la reacción social e institucional vinculada con los fenómenos meteorológicos, sin embargo, ha sido mínima. Si bien la investigación científica se ha desarrollado ampliamente en las dos últimas décadas, su impacto sobre la acción preventiva y la creación permanente de nuevas situaciones de riesgo en función de la orientación que da el crecimiento económico y poblacional, ha sido muy cerca de nulo.

Desde los huracanes Mitch y George, que marcaron un hito por su gigantesco impacto multinacional en el año 1998, poco se ha avanzado en la organización institucional y los sistemas de prevención, pero menos aún en la reflexión política e ideológica en relación con el impacto humano y económico de los huracanes, los sismos y demás eventos. Solo en unos pocos países se ha profundizado la capacidad de respuesta; pero el proceso de rehabilitación y reconstrucción ha sido sometido a la lógica de la ganancia fácil, el despilfarro e incluso, el robo directo, de manera que el enorme apoyo internacional de donantes no ha tenido un mínimo impacto en el cambio de dirección y en todos los países de la región continúan creciendo contingentes inmensos de población en riesgo: de ser arrastrados por corrientes, sepultados por deslizamientos, quemados por flujos piroclásticos, ahogados en las próximas oleadas de un tsunami, o aplastados con la destrucción que aún pequeños sismos generan, dadas las muy insuficientes condiciones de habitabilidad y de calidad de vida de las mayorías empobrecidas.

Si bien, todavía no se han dado situaciones extremas de cientos de miles de muertos en un solo evento, como las del Tsunami, de diciembre 2004 en Indonesia y el océano Indico; o el terremoto de la antigua e histórica ciudad de Bam, en Irán en 2003; o la que aún se vive –con cientos de miles de personas alojadas en tiendas inapropiadas para el crudo invierno- en la extensa zona de montañas boscosas de la Cachemira en Pakistán, luego del terremoto del 8 de octubre pasado; los múltiples y continuados eventos no tan menores, en Centro América, suman gigantescos impactos humanos y las poblaciones enteras, ya en el límite del hambre, pasan a ser refugiados que dependen para su sobrevivencia mínima de la ayuda internacional.

Mientras tanto, en todos nuestros países, aunque se han producido cambios en léxico y algunos conceptos se han asumido como nuevo lenguaje, pero vaciándoles del contenido crítico y analítico con que forjaron –como gestión del riesgo-, la cruda experiencia de los impactos de Gamma, Stan y Beta en las semanas recientes, con decenas de miles de refugiados que se proyectan por los meses venideros del 2006 sin comida y sin recuperación de sus medios de vida, solo ha tenido respuesta de emergencia, sin que el futuro tenga dirección previsible de recuperación, menos aún reconstrucción segura.


Domingo, 04 de diciembre de 2005
-Preparado como Editorial de la Edición de Diciembre 2005 de la REVISTA AMBIENTICO-.

martes, noviembre 22, 2005

¿Desarrollo? depredador globalizado

El capitalismo (salvaje o no) ha mostrado en los últimos dos siglos su naturaleza depredadora en razón del imperio de la ganancia privada –tanto en economías de mercado como en las de planificación centralizada-, no obstante, los últimos quince años han mostrado una nueva etapa todavía más intensa en explotación desmedida de los recursos naturales y humanos, es decir de la fuerza de trabajo, en particular con el impulso monstruoso de esa mezcla de capitalismo salvaje y Estado autoritario centralizado que se impone a fuerza de tanques, bayonetas y consumismo en las eufemísticamente llamadas otrora naciones del ‘socialismo real’, pero también en otros países asiáticos, antiguas colonias europeas y subordinadas a esos centros imperiales.

China e India son dos ejemplos con historias y situaciones distintas en lo político y lo militar –aunque algunos ahora hablen del fenómeno ‘chindia’-, pero que juntas suman gran parte de la población mundial y como economías han asumido en los años recientes un impacto gigantesco en la vida planetaria. Las une también la orientación general de un modelo económico sin miramientos con la explotación extrema humana y del ambiente. Esto como base del enriquecimiento extremo de las empresas multinacionales que ahí invierten en asocio al gobierno chino, por ejemplo. No solo se continúa y exacerba el uso de un modelo energético basado en combustibles fósiles, sino también en una manufactura que reproduce el proceso industrial europeo o de EEUU, solo que se hace con menos controles, menos presión de grupos opositores y en forma mucho más acelerada. Por el inmenso volumen de producción y el altísimo grado de contaminación, despilfarro y destrucción de recursos que se está produciendo, ello implica que las gravísimas condiciones que han venido creándose con el modelo depredador y contaminante impulsado por los EEUU, junto al de otras grandes economías como las de Europa Oriental, también generadoras de alta polución, se estarían multiplicando en muy cortos períodos y llevando a un límite no solo la contaminación global sino también el uso extenuando de recursos minerales y hasta materiales de construcción elementales como arena y piedra. China ha superado ya a los EEUU en el volumen consumido de carbón y acero pero también se acerca ya en su volumen de consumo de petróleo y mantiene un crecimiento sostenido de dos dígitos y una tecnología aún más contaminante. Así una proyección de otros veinticinco años, a estos ritmos y volúmenes, hace palidecer la situación actual del calentamiento global, ya que se proyecta un consumo de petróleo que supera al total producido hoy en el planeta solo para China, y sobretodo, si a la vez se da un impacto similar en la destrucción de bosques, donde China también alcanza ya la mayor demanda de madera del planeta y es el mayor exportador de madera contrachapeada.

Si a las situaciones consumistas extremas, como las que plantea la economía de los EEUU y los principales países industriales de Europa, se unen estas realidades y perspectivas de la nación más populosa del mundo, junto a otras como la India, la aceleración de los impactos de tal destrucción ambiental se hará ver mucho más pronto de lo que se pensaba tan solo hace una década, cuando todavía la propia existencia del calentamiento global era negado por muchos.

Estos procesos destructivos del ambiente y justificados en la producción de mercancías de bajísimo precio gracias a la explotación extrema de la población asiática no solo tendrán efectos de carácter global general sino también aquellos más bien puntuales y se reproducirán en el tiempo y en el territorio. Específicamente se trata de los llamados ‘efectos sucesivos’, que con la destrucción ambiental o con un desastre pueden complicar las posibilidades de una recuperación a corto o largo plazo y dificultar la identificación de los orígenes que desatan los eventos destructivos; los que además tienen como característica básica la primacía de lo regional por sobre lo nacional sin duda alguna. La deforestación masiva para exportar madera o la extracción de metales, gases y petróleo para atender las demandas nuevas y viejas dejará a los países proveedores en condiciones desérticas, con altísimos grados de contaminación por residuos de la extracción –en la minería por ejemplo- y sin capacidad de reacción más que exportar su población. Pero además, en condiciones de vulnerabilidad social y ambiental propicias para la ocurrencia de grandes desastres. A la vez, el calentamiento global incrementará los impactos, en particular en zonas costeras o pequeños valles propensos a inundaciones, deslizamientos, avalanchas o ventiscas huracanadas.

Sin embargo, más allá de estas grandes transformaciones de impacto planetario, es esencial observar dos procesos paralelos: uno el impacto de procesos gigantescos en las economías y poblaciones pequeñas o minúsculas como las del área del istmo Centroamericano y la región Caribe; y dos, los procesos propios de los cambios al interior de estos pequeños países, que presentan los mismos males, aunque no necesariamente las mismas estadísticas en términos de crecimiento económico.

En el primer caso los efectos sucesivos en el territorio implican que sin recibir nada en absoluto de las ganancias los pequeños países sí reciben los costos producto del aumento de los precios de diversidad de productos, en particular minerales y combustibles dada la presión en el mercado por el inmenso y veloz crecimiento de la demanda en el nuevo mercado mundial global. Lo que implica reducción mayor del financiamiento de políticas sociales, preventivas y mitigadoras de desastres. Aquellos que además tienen reservas o son productores podrán recibir ganancias –o las multinacionales en ellos localizadas- pero acarrean con los residuos y contaminantes, aparte de los posibles accidentes de gran magnitud en razón de la premura y la dimensión de las explotaciones.

Esto último lleva al segundo punto, es decir la manera en que se generaliza el modelo de producción y consumo global en estos pequeños países. En este caso, la más acabada forma de lograr la implantación definitiva de un modelo devastador de capitalismo más que salvaje se encuentra en el mal llamado Tratado de Libre Comercio entre los Estados Unidos y los países de Centro América más República Dominica (TLC-EUCA-RD). La definición de empresa y condiciones en que podrán operar niega prácticamente en absoluto las posibilidades de control gubernamental o municipal sobre el uso y condiciones de explotación del territorio, perpetuando además las actuales condiciones de explotación de la población que obliga a la migración por hambre a millones de centroamericanos y dominicanos. Esas condiciones de inversión que privilegia el tratado por encima del comercio se ocultan en forma de definiciones ambiguas en anexos que no se discuten y de los que se disminuye su importancia real.

Concretamente se debe indicar que el denominado ‘trato nacional’ que busca asegurar a las partes, es decir a todos los empresarios que quieran participar en un negocio específico –de bienes o servicios, aun los financieros- puedan obtener el mejor de los tratos brindados a las empresas nacionales, incluso si este mejor trato a los nacionales pretendiera alcanzar metas de carácter social vinculadas con pobreza, vivienda o producción. Así no podrán darse políticas nacionales que privilegien con incentivos las empresas que generen específicas calidades de vida requeridas por una política social particular sin que puedan las mismas condiciones ser exigidas por las multinacionales que además tendrán el privilegio de no permitir condiciones de cumplimiento de tales metas. Al definir este tipo de trato, lo mismo que el de ‘nación más favorecida’, se estaría limitando y serían sujeto de litigio los subsidios en estrados internacionales -no los de los países afectados-, que mutuales, asociaciones, fondos mutuos, entidades estatales o cooperativas –que ahora se consideran ‘empresas’ por igual- obtienen para ejecutar proyectos productivos incluyendo los habitacionales o de desarrollo regional y servicios especiales como los de protección ambiental.

Pero además, se introduce con el TLC-EUCA la figura de ‘expropiación indirecta’ que se define como:“una situación en donde un acto o una serie de actos de una Parte tienen un efecto equivalente al de una expropiación directa sin la transferencia formal del titulo o del derecho de dominio”. Las regulaciones tipo ‘plan regulador’ o ‘plan de urbanismo’ como el ‘Plan GAM’ y cualquier otro control, como el relativo a la explotación de petróleo y minería de cualquier naturaleza, sin duda constituyen ese tipo de limitaciones. Los municipios están perdiendo con la aprobación de este modelo la potestad de regular sus jurisdicciones territoriales, a menos que estén dispuestos a indemnizar de inmediato y en valores transferibles. Esto sucederá así en toda la región centroamericana y de expandirse el modelo a los países caribeños o suramericanos, con instrumentos como el ALCA, pues también ahí se aplican, como ya sucede en México.

En nuestros países pequeños y caribeños, continúa ya por más de dos décadas la imposición de decisiones de pequeñas cúpulas tecnocráticas más que privilegiadas y la sumisión de las más diversas élites políticas y militares a las decisiones de los grandes centros mundiales de poder y finanzas, el llamado modelo de ‘apertura’ cuya culminación es el nuevo tratado. Todo ello facilita y oculta bajo el tema del comercio la imposición de condiciones de explotación del ambiente y el ser humano que se expresará finalmente en forma de desastre y que los mismos medios de comunicación que ahora lucran con la propaganda pro TLC atribuirán luego a manera de información a la furia de la naturaleza.

sábado, octubre 22, 2005

A propósito de Wilma en Yucatán

A propósito de Wilma en Yucatán, lo mejor que he encontrado en la literatura:



“Era la temporada de huracanes y llovía sin cesar sobre los bosques y los mares. En algún lugar de la Florida bautizaron los ciclones con humor misógino, poniéndoles nombre de mujer, de modo que eran Floras y Gladys y Berthas las responsables de la devastación, y eran femeninos los saldos de aldeas arrasadas y puertos inundados que dejaban a su paso aquellos ventarrones de agrios humores. Brotaban de la nada, de las nubes, de los caprichos coléricos del Zeus tropical, y corrían sin rumbo fijo en remolino de un punto ciego a un punto tuerto del océano, trayendo y llevando agua de ninguna parte a ninguna parte, y encontrando a su paso tierras inermes, cayos que las aguas cubrían hasta desaparecerlos, playas que perdían las arenas, pueblos que desaparecían en los litorales, pueblos hechos a mano, de guano y de madera, cuya única fuerza ante la ira de los vientos era la resignación, el riesgo asumido de la desgracia, pueblos temerarios, irreales, que a nadie presumían su valor porque nadie había que los mirara, pueblos dispuestos a enfrenar sin previsión ni pretensiones las ocurrencias de la naturaleza, pueblos que apenas habían dejado de ser naturaleza, que seguían inmersos en ella, en su rigor de furias ciegas y plenitudes esplendorosas, pueblos anónimos del mar y las bahías, de los ríos y de los arrecifes del Caribe, que no tenían dónde más caerse muertos que en las entrañas de un ciclón o en las calenturas de una epidemia. Cada año venían hacia esos pueblos las furias de los ciclones, furias ni siquiera dedicadas a ellos, y se los llevaban en su cola a la tierra de nunca jamás, la tierra de la devastación sin luto y la tragedia sin canto ni memoria de nadie.



La noche que anunciaron la entrada del ciclón a Carrizales, todo mundo siguió las instrucciones. Tapiaron sus casas con las maderas más duras, liaron sus pertenencias y se fueron lejos de las aguas de la bahía, a las modestas alturas del cerro y a los edificios sólidos que albergaba la villa, a saber: una escuela, un mercado, la Casa Casares y la Casa de Gobierno. Ese día no entró el ciclón. Al día siguiente se corrió la noticia por la radio de que todos hicieran lo que el día anterior, y todo el mundo hizo lo mismo. Al tercero, las instrucciones fueron idénticas al primero y al segundo, pero entonces ya nadie hizo caso Esa noche advertida y descuidada entró el ciclón a Carrizales. Ana Enterrías y su marido, Santiago Arangio, habían dormido desde el primer aviso ciclónico en la casa de su hija Rosa, que tenía dos cuartos de cemento. El marido de Rosa, Julián Casares, rascaba su futuro en La Reserva de Miranda.



A las siete de la noche, como prologando un diluvio, con humores alternos de riegos y cubetadas, empezó el aguacero. A las diez, los vientos arrastraban hojas y yerbas y hacían crujir ventanas y rendijas. A las once, Ana Enterrías empezó los rezos, seguida por el coro de sus hijas, frente al silencio altivo y pálido de su marido y las miradas incrédulas de Rosa que cargaba en sus brazos a Julia y en su vientre al varón por venir, el porvenir de sus hijos. A las doce, con un estruendo bíblico, se desprendió la pared del frontis de la casa que Santiago Arangio había clavado con sus propias manos. Rosa puso a Julia en manos de su abuela y corrió a parar el derrumbe alzando los brazos hacia la pared vencida como una minúscula atlante. Tenía seis meses de embarazo y todo apostado a la fuerza de su vientre, de modo que no había en ella miedo sino rabia. Poco más tarde, la pared del frontis se desgajó otro tanto, trayendo con ella la mitad delantera de la casa. Se refugiaron en el baño, que era, como la cocina, de cemento. El baño estaba junto al curbato que almacenaba el agua de la casa. Santiago Arangio advirtió la posibilidad de que el curbato pudiera reventar sobre ellos y obligó a su familia a emigrar a la cocina. Dolores Arangio empezó entonces a cantar, para esconder el hecho de que había llegado al último reducto de la casa.



El viento se había llevado con crujido de herrumbres las láminas del techo y paños completos de las paredes de madera. Temblando y húmedos, porque la lluvia entraba a saco por los hoyos silbantes del techo, llegaron a la cocina como después de cruzar un desierto, distraídos y en hilera, mirando a todas partes y entonando cánticos absortos. Cantaban la parodia de un viejo tango aprendido en los malos tiempos de Cuba, y luego los estribillos del mes de María en la iglesia llena de margaritas. En medio de los cantos se daban instrucciones sobre las cosas que no debían temer, las esperanzas que debían conservar, la índole pasajera de la fatalidad que había caído sobre sus hombros.



El ciclón aullaba afuera como por un desfiladero de fantasmas. Luego de pasar sobre Carrizales la primera vez dio la vuelta en el confín de la bahía. Mientras giraba, hubo un silencio y una quietud de principio del mundo, una calma de octavo día en la que hubieran podido escucharse la respiración y el batir de los corazones de Carrizales. Muchos pensaron que era el momento de ganar los refugios que estaban asignados, y salieron a alcanzarlos. Pero aquella quietud no era el fin, sino el centro del huracán, el ojo impasible y quieto del animal suspendido en el aire, esperando que salieran para volver por los aires con las alas batientes a dar el segundo coletazo, y arrebatarlos de la tierra. A uno lo degolló con láminas que levantó de techos mal clavados. A otro lo bateó con un árbol arrancado desde sus raíces. A otra la alzó en vilo cuatro metros para clavarla de espaldas sobre el fiel de la veleta que movía un pozo de agua. A uno más lo enterró en una ola de lodo que traía ahogados bagres sorprendidos en el muelle. A la familia que corría huyendo de su furia la dispersó como quien azota un manojo de flores. Y al que estaba montado en su camión le echó encima una paletada de mar que lo engulló de un gorgorito. Desclavó las maderas de las casas, desenraizó los árboles, limpió las ramas flojas de la selva para echarlas como si las espolvoreara sobre la cama de astillas y lodo en que iba convirtiendo a Carrizales.



Mientras el huracán esperaba invitando a sus víctimas, Santiago Arangio y su familia quisieron también aprovechar el receso y caminar en fila india a la calle siguiente, donde estaba la bodega de Pepe Almudena. No bien asomaron al campo abierto, el aire empezó de nuevo y en un segundo corría y silbaba. Un tablón se desprendió de un taller en el horizonte oscuro, fondeado por un lejano trasfondo de madrugada, y vino por los aires obligándolos a entrar de nuevo a los escombros seguros de la casa. Volvieron a la cocina y oyeron otra vez el sonido atronador de la desgracia, el aullido del viento, el eco de las cosas derrumbándose como las murallas de Jericó. En medio del estruendo creció el horror antípoda de un bisbiseo, un susurro perfectamente audible que el viejo Santiago Arangio no tardó en asociar con el agua que entraba por debajo de la puerta de la cocina. Se filtraba por la rendija como si huyera y buscara salida.



-- Se está metiendo el mar-- dijo Santiago Arangio.



Rosa sintió el ciclón dar una vuelta en su vientre y por los pies descalzos de su hija Julia hasta los arcos altos y los tobillos indefensos. Dolores cargó a Julia contra su cadera, Soledad pasó un brazo por la espalda de su madre, y volvieron a cantar las dos con una solemnidad contagiosa de gente que se dispone a morir dignamente. El viejo Santiago Arangio puso una mano sobre el vientre sietemesino de su hija Rosa, y le dijo:



-- Va a vivir.



El agua subió rápido, sin prisa y sin pausa. Alcanzó primero sus tobillos y luego sus rodillas. Cuando mojó sus cinturas, se subieron a las sillas y luego, cuando alcanzó las sillas, subieron todos juntos, pegados y ateridos, a la única mesa que había en la cocina. El agua siguió subiendo. No había ya rezos ni cantos, sólo el siseo del agua subiendo como si alguien llenara un estanque con techo y ellos estuvieran bajo el techo. Un susurro, un chapoteo. Alcanzó otra vez sus tobillos, otra vez sus rodillas, otra vez sus cinturas. Empezaba a llegarles al pecho cuando se detuvo.



-- Paró – dijo Rosa Arangio, que mantenía a Julia alzada en vilo sobre su cabeza y el vientre sumergido bajo el agua, con su hijo zarandeando adentro.



-- Paró, sí – dijo Santiago Arangio con un alivio seco, largo como los años de su vida.



El agua empezó a irse como llegó sin prisa ni pausa, bajando a saltos breves en el mismo susurro, el mismo chapoteo. Descubrieron entonces que el ruido había cesado, que no quedaba sino el rumor de una llovizna limpia y tersa en las primeras bocanadas del amanecer, y de pronto, otra vez, luego de los vientos nórdicos con icebergs y pingüinos, una primera vaharada de calor, el calor agobiante del verano en Carrizales, el aliento circular de la selva y la normalidad. Supieron así que había terminado, y gritaron de júbilo una gritería que se fue volviendo autoconmiseración y llanto, un llanto amargo, muto, que no venía siendo sino el sudor del miedo, la orina triste y noble del espanto. Con el amanecer, cruzaron a la bodega de Pepe Almudena, caminando sobre una capa de lodo que cubría sus pantorrillas y arrancaba sus zapatos. Todo lo que dominaba la vista eran montes de madera rota, un enorme astillero de casas derruidas, árboles arrancados, potes de luz vencidos, calles sepultadas. Rosa llevaba a su hija de la mano y la otra mano puesta en su vientre, sintiéndolo firme, probado, invencible. En medio de la desolación de rostros y paisajes una luna y un sol bailaban en su frente.



Julián supo por la radio del campamento de La Reserva de Miranda que el ciclón había arrasado Carrizales. Por la radio de la Casa Casares supo que su madre y su mujer, sus hijos y sus suegros, estaban vivos. A petición de Julián, Salvador Induendo preguntó por Nahíma Barudi. Se había refugiado a tiempo, con su madre, en la Casa de Gobierno, donde no hubo incidente grande ni pequeño que lamentar.



-- ¿Cómo quedó el pueblo? – preguntó al final Salvador.



Entre ruidos de abejas y estáticas del aparato, la voz informante se quebró al decirle:



-- No quedó.”





En:

El resplandor de la madera (novela)

Héctor Aguilar Camín

ALFAGUARA, México 1999
Páginas 251-255

viernes, septiembre 30, 2005

¡SON NOTABLES…

¡SON NOTABLES…
los desaciertos y los vacíos!

Son notables las ausencias y los equilibrios forzados en el informe de los cinco ciudadanos costarricenses sobre el TLC. Ausencias y seudo equilibrios que han sido ya utilizados para fortalecer la campaña de propaganda arrebatadora contra la oposición al TLC indicando que ‘los notables’ desnudaron los fantasmas (con lo cual, a decir verdad no se vería nada, sería la total transparencia). A la vez, y contrariamente, se pretende hacerles decir que se oponen a la aprobación del TLC; cuando en realidad su documento ha servido para que hasta los ambiguos (que hay muchos que no quieren decir ni sí ni no, para no quedar mal ni con la academia, ni con los gamonales de la política que podrían nombrarlos en algún puesto a partir de mayo próximo) puedan salir a decir, ‘ven se los dije’ como dejando de decir, ‘ellos han sido tan ambiguos como yo’ lo que sirve para salvar cara y además de hecho apoyar la campaña del SÍ –y quedar bien con quien corresponde- porque en esta decisión sí: si no estás expresamente por el NO, pues estás por el SÍ, con todas sus consecuencias ahora y después. Exactamente igual como en la campaña chilena contra la permanencia del dictador y por la vuelta a la democracia, cuando se dijo NO a la continuidad de la dictadura.

Fue espectacular mente notable la ausencia de alguna de nuestras tantas notables mujeres en el análisis del documento, tan solo comparable al desprecio, el encono y el irrespeto de que fueron objeto dos de esas mujeres notabilísimas porque se pronunciaron claramente contra la aprobación del TLC tal y como fue negociado, es decir tal y como es hoy, o sea, tal y como se habrá de votar con un sí o un no en la Asamblea Legislativa, ahora o más tarde, con Pacheco o sin Pacheco. Y por supuesto habría que ser absolutamente ciego para no ver (en tele, en las vallas, en los cines, en las paradas de buses, en los periódicos, en todo maldito lado) y sordo (para no escucharla en toda la radio) la campaña del SÍ con su juvenil promotor sonriente y descorbatado al lado, matando así – ¿aahhh sí?- un par de zanates con una sola mueca.

En general es notable una como ‘lectura ingenua’ del documento y el resumen y la forma en que organizan su análisis, junto a sus enormes vacíos y equívocos, dejando de leer entre líneas y en particular dejando de proyectar al futuro las acciones posibles y los cambios previsibles en áreas sustantivas de la vida nacional y las relaciones sociales en el territorio. En particular es notable la ausencia de una clara expresión de que la aprobación del TLC aumentará sin duda alguna las inequidades y distancias en la calidad de vida entre el grupo de empresarios y gerentes nacionales de las multinacionales y el inmenso grupo de los asalariados, campesinos y los ‘sin nada’.

Y es más notable, la lectura ingenua, sin el como, de quienes alaban el informe al Presidente de los cinco ciudadanos como si lo que dijeran sobre las condiciones estructurales de nuestra economía y nuestra sociedad o la índole de nuestra relación como nación con la primera superpotencia económica y militar del planeta (estando como estamos localizados en su traspatio) fuera algo nuevo, o ahora sí dicho por gente importante, o ahora sí dicho por los que sí saben porque, al fin y al cabo, son notables y todos los demás ciudadanos quizás no. Es increíblemente notable escuchar intelectuales críticos de siempre utilizando el informe notable como argumento de autoridad para decir, “ven los notables en medio renglón concuerdan con mi argumento de los últimos cinco libros”, ¡qué bien! Esto a pesar de que los autores expresamente señalan que hay que ver el todo del informe y no citar fuera de contexto algunas frases o renglones, pues ellos sin duda tenían certeza que sus aparentemente ambiguas frases serían citadas como tal argumento de autoridad por todas y todos, derechistas e izquierdistas, sindicalistas y empresarios, libertarios pro/imperialistas y autoritarios de izquierda, todos y todas no tan notables como ellos.

Y… claro, quien va a estar en desacuerdo con que hay muchos pobres, o que hay inmigración ilegal de pobres, o que hay entrabamiento, o que se requieren cambios estructurales, o que hay inequidades entre EEUU y los otros seis paisecitos, o que hay proteccionismo en EEUU (y la UE y en las demás potencias económicas de todo el planeta, lo que hace imposible el libre comercio en alguna parte del mundo, dicho sea de paso), o que su tradición legal es distinta de la nuestra, o que son prepotentes y si pierden un juicio usualmente desconocen entonces a la corte que falló, o etc., otras tantas verdades de Perogrullo. Pero, y, ¿eso qué tiene que ver con aprobar o no el TLC?; bueno muy sencillo: los cinco ciudadanos nos dicen que es mejor si lo aprobamos luego de resolver a nuestro favor todo eso. Pero también nos dice que sería bueno al menos aprobar el TLC y hacer algo al respecto a la vez, y también quizás, dicen que quizás sería bueno aprobarlo y esperar a que los futuros diputados decidan algún día hacer algo y a la vez esperar que esos cambios, que son opuestos a los intereses expresos de los que apoyan el TLC –es decir los empresarios vinculados a las multinacionales y exportadores-, sean votados por SUS diputados, es decir esperar a que los diputados de hoy o mañana vayan a aprobar algo que vaya en contra los empresarios sin que estos lancen, ahora sí, una gigantesca campaña por el NO, a los cambios estructurales y demás, por supuesto, luego de la campaña por el SÍ al TLC.

Un estimable colega lo ha planteado durante todo un año: negociemos con los que quieren el TLC; que a cambio de aprobárselos nos den un gran cambio estructural, un nuevo acuerdo social, que nos den el equivalente siglo XXI del Código de Trabajo, o mejor, el posmoderno equivalente de las Garantías Sociales de los años 40s. Como si aprobar el TLC no fuera en sí mismo un gran cambio estructural en la dirección contraria. Y esto lo dice, al parecer ingenuamente, como si los que quieren el TLC (incluyendo el gobierno de los EEUU entre ellos, por supuesto) necesitaran negociar algo con los que no lo queremos, si, como decía el diputado años atrás, ¡para eso tenemos la mayoría!

Entonces ahora vienen estos cinco señores distinguidos en sus campos y convertidos en los mejores diputados del SÍ y luego de dos meses de estudio erudito y cientos de conferencias por correo electrónico de altísima velocidad, nos dicen que hay que aprobar el TLC y claro, sería mejor si hiciéramos los cambios colaterales para no tener tantos daños colaterales.

¡OoooHHHH, qué inteligentes! ¡Qué notables!

Pero sobre todo, ¡que pretenciosos!, al pensar que todos caerían en su delicada tela y quedarían ahí atrapados diciendo ‘que ya los notables dijeron’ y luego poniéndose a decir y propagar lo que ellos han estado diciendo y querían que los notables dijeran.

La discusión sobre el TLC no será fácil en la Asamblea Legislativa, que tiene ya un grupo suficiente de personas ahí dispuestas a aprobarlo de inmediato sin siquiera leerlo, como ya se hizo en otros tres países del istmo, y a la vez, preparan administrativamente las condiciones de seguridad para impedir que la votación sea abortada por cualquier forma de intervención. Esto se suma al desborde, como los ríos del pacífico sur, de la propaganda y las presiones contra quienes en la Asamblea podrían oponerse o tratar de obstaculizar la votación del SÍ, dado que ya los propagandistas casi tienen certeza que su presión finalmente le dobló el brazo al presidente Pacheco, quien ahora también tiene la buena excusa y argumento de autoridad que constituye el ‘informe de los notables’ que dice lo que quieren que diga.

En todo caso para algunos diputados ya el TLC está vigente, como el que declaró al periodista que Nicaragua no podía aprobar el llamado impuesto patriótico porque ‘viola el TLC que firmaron’, aunque como se sabe –tal vez el diputado no sabe- el TLC NO ha sido ratificado por el Poder Legislativo, ni en Costa Rica ni en Nicaragua.

La discusión, que se ha dicho será en las calles, ya recibe también una catizumba de presiones y opiniones para descalificarla y debilitarla de antemano, incluyendo la presión al Ministro de Seguridad para que actúe agresivamente y permita la sacrosanta ‘libre circulación’ por la que, si es necesario, debe enviar a sus subalternos a matar.

Ahora, solo falta que la selección de fútbol se clasifique para el mundial y el ejército nicaragüense ocupe la margen sur del Río San Juan para que cualquier protesta pública sea considerada simplemente traición a la patria y salgan los autoritarios pidiendo el paredón. Así, se podrá votar SÍ, en la Asamblea, sin dilación.

Sobre todo en circunstancias como las que políticamente hoy tenemos, donde La Nación pide a gritos –sí en forma recurrente, con malacrianza y prepotencia- que haya una gran devaluación ya, ahora en que se coincide que las universidades públicas cuestan mucho y no gradúan casi a nadie, -según la misma Nación-, mientras que nosotros a quienes ellos llaman los ‘rentistas del Estado’ insistimos en decir NO al TLC.


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Manuel Argüello Rodríguez, Ph.D.
Catedrático de la UNA (Costa Rica)

Jueves, 29 de septiembre de 2005

jueves, septiembre 22, 2005

PRE-DESASTRE


PRE-DESASTRE

El ojo de Rita, la nueva cíclope que aterroriza a los americanos, está todavía a más de 600 Km. de la costa, pero ya tenemos una situación que llama a cambiar la usual y gastada nomenclatura relativa a las situaciones de desastre (antes, durante, después): ahora después del antes y antes del durante se tiene una situación de pre-desastre. Millones tratan de ir el norte desde esta madrugada por las superautopistas de ocho carriles y poco después de salir de sus casas en pueblos costeros o suburbios se han quedado atascados. Como si fueran para unas vacaciones los vehículos de doble tracción y enormes cilindradas, que unen el lujo, el tamaño y la potencia en un solo diseño apropiado para americanos, llevan de todo a bordo: las familias completas con sus parejas de perritos lanudos con lacitos en las orejitas, sillas playeras, suficiente agua en docenas de botellas, hieleras abundantes en comidas americanas, pero… bueno se quedan sin gasolina en las autopistas de TEXAS. Perdón, ¿de dónde?, de Texas, sí, en las autopistas construidas sobre esas inmensas reservas de petróleo. De 30 gasolineras a las que llamaron periodistas a medio día, 25 estaban ya sin gas o a punto de cerrar o cerradas del todo. Por supuesto, seis horas después todavía no hay una intervención directa de los organismos responsables de organizar la estampida; es decir la evacuación. En consecuencia, hay familias que están ya no tan cómodamente atrapadas en sus autos familiares (que se venden con la propaganda que ofrece confort y altas velocidades y, claro, una aceleración que los lleva de cero a 100 Km/hora. en escasos segundos) que salieron de sus viviendas hace más de 12 horas y han recorrido menos de cien kilómetros. Cientos de esos autos, ya sin gasolina y sin donde conseguirla, se quedan en los espaldones de las autopistas a la espera…

Esto es un pre-desastre absolutamente desastroso tampoco atribuible a doña Rita.


Manuel Argüello-Rodríguez
Jueves, 22 de septiembre de 2005, 5 p.m.

martes, septiembre 20, 2005

PLANEAMIENTO AMBIENTAL FRENTE AL RIESGO IMPUESTO

Planeamiento ambiental frente al riesgo impuesto

La investigación científico técnica en el mundo actual y la revolución en la infocomunicación de las últimas dos décadas permite generar conocimiento en tiempo real y modelar las situaciones esperadas en función de las situaciones locales -como las precipitaciones estacionales o las áreas de inundación consuetudinaria-, lo mismo que en relación con fenómenos globales como el cambio climático y el calentamiento global.

El riesgo que se ha impuesto a pueblos, comunidades rurales y barriadas urbanas debe identificarse con el detalle científico y la exactitud que dan instrumentos como la construcción de escenarios de riesgo local, que permite integrar variables y perspectivas de los cambios ambientales con la información y perspectivas de los pobladores y la capacidad local, municipal o institucional.

Las instituciones científicas nacionales con su amplia experiencia y vínculo con redes internacionales del más alto nivel técnico están produciendo información básica que debe ser utilizada en la construcción de tales escenarios, más bien sociales y políticos, de manera que se promuevan, comprometan y presionen –de ser necesario- las inversiones requeridas para desarrollar las acciones para disminuir el riesgo que se ha impuesto a las comunidades rurales pobres y las ya enormes barriadas urbanas que se inundan o son arrasadas un día sí y otro también.

El concepto de riesgo, como expectativa probable de daños y pérdidas, ha derivado hacia un concepto más peligroso: riesgo aceptado. Este último supone un conocimiento de las consecuencias a sufrir por la realización del riesgo que se vislumbra y es un elemento que permite entender criterios de inversión que utilizan las aseguradoras o empresarios que construyen en sitios de altísimo riesgo pero a sabiendas de que podrían tener ganancias extraordinarias por las rentas de localización. No obstante, este tipo de cálculo no lo hacen los pobladores ni los campesinos, quienes residen en orillas de quebradas o en zonas de inundación y no tienen otro sitio para vivir ni escape posible por falta de medios –salud, edad, costos, etc.- A ellos el riesgo se les impone como un elemento más de sus precarias condiciones de vida. Es riesgo socialmente y políticamente impuesto, no aceptado o casual.

El abuso y destrucción de las condiciones ambientales, los desequilibrios excesivos, el crecimiento económico y la inversión depredadora se dan cada vez más a escalas globales y se vienen acumulando progresivamente desde el inicio de la sociedad industrial. El riesgo que ello genera tiene como sustrato condiciones ambientales donde lo local expresa cambios globales muy significativos; cambios que se puede ahora medir en detalle y así lo hacen los científicos y las instituciones meteorológicas, geológicas y ambientalistas. En términos sociales y políticos es un riesgo impuesto a escala global para todos los habitantes del planeta. Es ya conocida la manera en que el calentamiento global y otros fenómenos atmosféricos implican cambios específicos en los pueblitos de las costas o en ciudades construidas en inmensos humedales, lo que se une a la intervención de dimensiones regionales o locales en sitios donde la construcción de diques, represas y drenajes han alterado enormes extensiones de costa que se erosionan sin solución, como también lo hacen las montañas y las llanuras aluviales con la agricultura extensiva, contaminante y destructiva de los bosques.

La investigación científica hidro meteorológica, tectónica y geológica es un aspecto central de la explicación necesaria para entender la forma en que se presentan los fenómenos globales en las condiciones locales, las condiciones tropicales de Costa Rica por ejemplo; pero a ellos se requiere integrar la investigación técnica constructiva y agrícola, las formas de habitar o construir ciudades y la explicación del proceso de ordenamiento social del uso del territorio. Todo lo cual es todavía insuficiente sin la dimensión política e ideológica que permite entender la orientación general del Estado y las formas concretas de ejecutarse políticas sociales o económicas que no solo dan un marco general y corresponden con el proceso global, sino que se expresan también en las acciones preventivas, de mitigación o de emergencias. Como conjunto, estos enfoques integrados de una situación particular permitirán construir (para impulsar su planeamiento futuro) los escenarios locales y regionales del riesgo, no aquel que aceptan los inversionistas y que estarían dispuestas a pagar las aseguradoras, sino aquel impuesto a los pobladores medios, a los habitantes en general, pero que de seguro presentará distintos niveles en función de su acceso relativo (entre otras, por razones de discriminación de etnia, de género, de edad, de nacionalidad, etc.) a los bienes materiales, los territorios y, en último término, la vida.


Manuel Argüello-Rodríguez, Ph.D.
Catedrático de la UNA (Costa Rica)
-5 de septiembre de 2005-

debate en riesgo

Millones de blogs y uno más ahora sobre el tema de riesgo de desastres, su creación, su proceso, su gestión, los responsables de su concresión en forma de desastres locales, regionales o globales; como el que el deshielo y el calentamiento global estarían progresivamente generando en cientos de ciudades costeras y miles de millones de habitantes del planeta, por ejemplo alrededor del Océano Pacífico. Pero la prensa y los grandes comunicadores siguen hablando de cómo Rita, Katrina y Ofelia "arremeten con furia", "desatan su violencia destructiva", "provocan la pérdida de miles de vidas", etc. Con ello se disfraza de "natural" aquello que un modo particular de organizar la producción y la sociedad ha ido generando en forma progresiva y callada, sin distracciones. Un modo de organización social basado en la obtención de ganancias a corto plazo ocultando bajo la alfombra la basura que se genera y la destrucción de procesos naturales ambientales. Ese proceso callado o hecho callar aparece de pronto como destrucción y entonces el 'se los dije' salta y las excusas aparecen y las responsabilidades políticas se evaden. El rescate heroico y la masiva movilización de apoyo caritativo llena las pantallas y los informes de prensa y se discute quizás la eficacia del operativo de rescate y emergencia; pero se deja atrás y se desconoce u oculta el proceso que generó el desastre y sus responsables.