viernes, julio 27, 2007

REFERENDO KAFTIANO: El ocho de octubre podríamos amanecer convertidos en cucaracha

El mundo normal y corriente, que esperamos tener en esa mañana, podría ser radicalmente distinto. Hasta ahora, ha habido una serie de indicios múltiples que impiden prefigurar quiénes serían los infortunados insectos y quiénes no. Hasta ahora, la perspectiva se ha planteado por igual como una pesadilla y, ya desde hace muchos años, hay cambios abruptos en las diversas etapas que van hacia ese día, en que al despertar podamos confirmar que no se trata de una pesadilla sino de la nueva situación que nos toca vivir por mucho tiempo.

Hace cuatro años, parecía que todo lo referido al Tratado sería rápido y fácil, estaba todo negociado y no costaría pasarlo con los votos de los partidos mayoritarios, Zoelik nos visitó y… y ya, una vez más se decía: “pa’eso tenemos la mayoría”. Pero luego vinieron los más notables y abruptos cambios en el proceso y la fiesta se acabó: se alargó la discusión, se pospuso la votación, se dejó para después de las elecciones nacionales y muchos quedaron de nuevo encerrados en su habitación como si fueran cucarachas y no esbeltos y triunfantes negociadores del futuro promisorio.

Pero no todo estaba acabado, una inmensa campaña para decir sí a quien volvería, veinte años después, a poner todo de vuelta en la normalidad, acabaría con la pesadilla. Todo acabó por casi confirmar que no, parecía que las elecciones nacionales no habían dicho que sí: y por supuesto, vino la celebración de los otros, los que ganaron todo el valle central. Fue fiesta momentánea porque no, finalmente sí, era un triunfo del ‘sí’ y el amanecer de pesadilla cambió de grupo. Aunque no había claridad total en la Asamblea, era claro que se fortalecería un impulso del Ejecutivo para aprobar el Tratado, centro absoluto de la campaña y del gobierno que iniciaría en el 2006.

Así las cosas, desde la Asamblea, los que perdieron buscarían a toda costa la prefigurada realidad de insectos verdes en un mundo de prosperidad amarillo luminoso, y no en un mundo de insectos amarillos donde gobernaran los billetes verdes. El vaivén ha seguido en cada ocasión, ya casi no, pero después entonces, sí; ya casi si, pero después entonces, pues no. Y luego de ajetreados meses se aprueba que haya referendo, triunfo, pero no como parecía que se había aprobado y les gustaba a los antiguos perdedores, ahora triunfantes, sino como solicitó el Ejecutivo que triunfó y, claro, acusaciones, derrota, éxito, ataques, insultos y el vaivén continúa. Luego se cuestionó la constitucionalidad y era casi obvio que ahí acabaría, pero no ‘la sala’ dijo: adelante.

Finalmente, el siete de octubre habrá una decisión. No obstante, en la Asamblea se insiste en aprobar legislación que es sinónimo del Tratado, haciendo caso omiso de que podría estar perdiéndose tiempo absurdo aprobando normativa que después tampoco iría –en vez de aprobar la ley de hidrantes para que no se quemen más tugurios, por ejemplo-. O acaso será que los diputados del ‘sí’ piensan que aunque el siete de octubre se diga que no, si se podría votar de todos modos ‘sí’ en la Asamblea, pues pa’eso tienen la mayoría. Al contrario, nos dicen: sabiendo que la decisión popular será siempre que sí, entonces mejor avanzar y estar listos con las leyes complementarias; o sea, todo no acabaría: ‘no’; dijo en referendo, pero eso no obliga a desechar la agenda restante. ‘Sí’; dijo el referendo, pero eso no significa que tendrán que votar afirmativo todo lo demás; y claro, en todos los demás frentes, incluyendo las calles, los tribunales, las empresas y las instituciones.

Con el referendo aprobado, cada quien se ha ido concentrando en describir la clase de mundo de cucarachas en que tendríamos que vivir si se dice ‘no’ o si se dice ‘sí’. Cada sector proclama su seguridad de que las cucarachas serán los otros, y que ellos podrán seguir viviendo en un mundo normal con futuro esplendoroso.

¿Cuál es la perspectiva que se percibe? A dos meses la campaña sucia ya empezó hace días, incluyendo páginas pagadas del más claro estilo de la guerra fría y los autoritarios de todos los lados han salido a gritar ‘vende patrias’ y ‘traidores’ a los otros, asqueados de aquellos que no griten sus consignas. Cada quien insiste en que sus mediciones y encuestas más realistas les favorecen; algunos con euforia dicen que ganarán por tumulto, otros –del otro lado- dicen que tal vez no por tanto, pero que de seguro se ganará.

Se dice que la gente de la calle votará obviamente por nuestra posición, porque sabe lo que le conviene; se dice que las encuestas que favorecen al otro son obviamente sesgadas y parciales; se dice que con la presencia del Presidente en miles de inauguraciones y repartición de bonos, el clientelismo tradicional funcionará otra vez; se dice que el tradicional bipartidismo está de nuevo vivo y ahora unido; se dice que toda la empresa que no participa directamente en las elecciones, ahora estará activa y presionará como antaño a los peones y empleados a votar según lo diga el patrón. Pero también se dice que la gente ya no come cuento, que nadie le cree nada al Presidente porque ya lleva un año sin cumplir y se dice que los sitios donde el Presidente perdió son de gente pensante, activa e informada que saben lo que perderán si ‘sí’, y en los sitios donde ganó la gente está harta de promesas incumplidas, una vez más, como en efecto luego de un año, y que ahora ni los pobres de los puertos ni los pobres del norte le darán el triunfo al Presidente del ‘sí’; bueno, se dice, a menos que haya fraude…

Ah, pero ¿puede haber fraude? Bueno, sí claro, de hecho ha habido fraude muchísimas veces desde la colonia, de tal forma que no sería nada extraño; pero entonces hay que prepararse para evitarlo y para defender cualquier intento en contrario: si se está con seguridad de que el resultado será favorable a mi grupo, pues entonces habrá que impedir cualquier declaración en contrario, pues obviamente sería fraudulenta y se cuestionan igual los pronósticos y los magistrados.

De todos modos, a solo dos meses de la votación, es claro que queda mucho por ver y por hacer, no solo basta con presentar encuestas o hacer campañas sucias. La gran mayoría de los cientos de miles que irán a votar no tienen la menor idea de lo que dice el acuerdo de la Asamblea que aprueba una versión del documento que finalmente es lo que se dice que se votará. Ni siquiera se enterarán de esto, aunque se haya publicado en los periódicos y mucho menos de la letra del acuerdo o Tratado o como se llame esa cosa que hay que rechazar o aprobar, ‘sí’ o ‘no’. No importa, por supuesto la gran mayoría de los diputados lo habrían votado igual sin haberlo leído, como es común en muchos otros proyectos menos inmensos y más entendibles.

Dentro de dos meses muchos de nosotros podríamos amanecer convertidos en cucarachas; o en su defecto, a lo mejor tendremos que vivir en un hogar, nuestro hogar, convertido en un cucarachero. Pero siempre habrá posibilidad de coger una escoba y limpiar el hogar, solo que es necesario empezar a entrenarse para mover la escoba con destreza, o… las patitas y antenitas con destreza. No parece que ninguno de los sectores esté tan claro de cómo evitar el escobazo o como enfrentarlo o por donde empezar a reconstruir el hogar, aunque sea un cucarachero; no parece.


Julio del 2007