miércoles, junio 24, 2009

Le pintan la cara a una negra

Le pintan la cara a una negra 'afro limonense' en TV como diciéndonos: y les vamos a seguir pintando la cara a todos ustedes con esta propaganda de baja estofa; para demostrarlo casi inmediatamente con imágenes de futuros posibles proyectos antiquísimos que nunca se hicieron y no se iniciaron tampoco en estos últimos tres años.

Porque mientras otra generación joven se pierde en el desempleo y la miseria, mientras se mueren los muchachos en las luchas intestinas de las bandas, solo se tiene un gran negocio como política de Estado: la privatización del puerto y punto; ahí están todas las apuestas.

Años atrás, construyeron las mismas quimeras en el pacífico: la maravilla que sería Puntarenas cuando se privatizara el puerto, pero aparte de un barrio de altísimo riesgo para los antiguos muelleros, ahora Puntarenas es la ciudad que más se acerca a Limón, a pesar de estar en otro océano; en su miseria y la apabullante penetración del crimen organizado y la destrucción de sus actividades económicas tradicionales, sin que se vislumbre, igual que no se vislumbra en Limón, salida alguna mientras las decisiones las tomen esos mismos profetas de la desregulación a ultranza y la privatización como única idea de la política pública.

19-06-09

lunes, junio 15, 2009

POR QUÉ NO APOYO A LAURA

Re–conocí a Laurita (luego de los viejos años en la UCR) en una reunión para hablar asuntos de ‘largo plazo’ organizada por GAMF en la casa de JNR a inicios del 92. La vi luego trabajar en los programas y campaña de JMF, y ganarse el respeto de todos nosotros por la calidad de su trabajo y su empeño, pero a la vez, ganarse el respeto de los mal llamados ‘coroneles’ (los altos milicos ticos) por su fortaleza y seriedad: sobrevivió con creces en uno de los mundos más machistas y autoritarios, en la jerarquía tradicional de ese ambiente policial. La vi trabajar intensamente y con seriedad en el vice ministerio y coordiné con ella tareas del área social en comunidades, como La Carpio.

Me sorprendió su cambio radical desde que dirigió la campaña de RAM y su paso por la Asamblea Legislativa, más aún, su casi ausencia absoluta y bajísimo nivel de calidad de su trabajo como vice presidenta y ministra. De hecho, no parecía que tuviéramos una vice presidenta (y yo trabajé para una vice presidenta de verdad por cuatro años, RGM, sé de lo que hablo) y menos una ministra de justicia, ministerio en el cual un equipo de ayudantes, de menos nivel que la mediocridad, hizo lo que pudo con muy pocos resultados, tan pocos que la propaganda no podrá inflar.

Los vaivenes de la campaña y la búsqueda de la candidatura la tuvieron lejos de la cúpula y cerca de la cúpula, apoyada y alejada; y se vio, se notó, en su campaña. En vez de trabajo de programa, en serio, se plegó a la propaganda falsaria junto al gobierno. Mentiras, muchas, como las desmentidas por otro precandidato en los debates –arrogándose los créditos de trabajo hecho por otros que no son de su equipo-, improvisando respuestas o sustituyéndolas por el eslogan de turno creado por sus publicistas.

¡Qué pena! Es sorprendente el cambio que se puede tener en la búsqueda de una candidatura.

Me hubiera encantado, y mis cercanos lo saben de sobra, apoyar a Laurita para convertirla en Doña Laura, la presidente; fui a votar por ella ruidosamente cuando se presentó de candidata al Consejo Universitario en la UNA –uno de los pocos que fuimos ruidosamente- cuando los recalcitrantes de la izquierda la atacaban furiosamente por ser de la ‘clase política’, como si todos no fuéramos de esa clase, les decía: buenos, malos regulares o peores. Casi nunca voto, le dije, prefiero que me rebajen el sueldo, pero vengo a votar por vos, porque te conozco y sé cómo trabajás.

Estoy seguro que su capacidad de trabajo no ha variado en absoluto, que puede hacerlo dos o tres días seguidos sin parar para alcanzar una meta; pero ¿cuáles son sus metas? Estoy seguro que su fuerza personal y su presencia y atractivo, es mucho más ahora que cuando preparaba el programa para su vice-ministerio; pero ¿cuál es su programa?

¿Qué le pasó? ¿Por qué no impulsó las ideas de que hablamos aquella lejana noche de principios de 1992? Eran clarísimas ideas sobre el rescate de la social democracia de verdad, la herencia de las ideas a lo Palme a lo Brandt y su re creación para las circunstancias del istmo a final de siglo.

¿Por qué cedió y se echó sobre sus hombros el continuar construyendo este país con el rumbo que le dan los otros? No otro cualquiera, no: los del memo de la vergüenza, los neoliberales intransigentes (que dice JCM que solo existen en la ‘mente delirante de los marxistas vergonzantes’ –interesante idea, inteligente idea, ahora en tiempos que los neos reventaron la burbuja- ¿no?). No cualquier otro, aquellos que mienten y mienten y mienten. Mienten como en vivienda y en la CNE (y lo denuncié muchas veces desde hace mucho: recuerdan el gallardo tsunami y al ministro tugurero); pero también en transportes, en justicia, en seguridad y hasta en salud –si también ahí-, en TODO el programa social, en la vergüenza internacional que ha sido lo de Cinchona, incluso en las mismas becas disfrazadas con nuevo nombre, etc., etc.)

Me encantaría apoyar a Laurita, la sigo considerando mi amiga, la estimo mucho por lo que conocí de ella durante los años que la vi trabajar de cerca (del 92 al 98), me encantaría trabajar 24 horas (ahora que estoy jubilado) en el programa social, proponer alternativas a las tendencias que critico, hay muchas, hay abundante experiencia y décadas de avances en muchos países y tenemos ventajas.

Pero no puedo apoyar un gobierno de los hermanos Arias y su grupo de empresarios recalcitrantes (tanto, como los de la izquierda en la UNA). No puedo apoyar otra farsa: un gobierno de los Arias con rostro de mujer, que no con ‘enfoque de género’, como pretende una columnista candidata a ministra. La falacia de la imagen personal en política, sin ver quienes componen los grupos de poder real, quienes dictan políticas concretas, quienes toman decisiones en los hechos mientras dicen lo contrario en la propaganda. Que dé algún ejemplo, bueno está bien, dentro de lo más obvio: ¡la paz con la naturaleza!, para no citar una vez más el programa de los mil coordinado por el ex ministro.

Una pena ver en la celebración del gane de Laurita, y saber que es elemento clave, al diputado del memo, miembro destacado de esa gavilla de políticos jóvenes (o sea los que seguirán como candidatos y demás, como líderes del actual grupo en el gobierno) que ni se inmutan con tácticas delictivas y mafiosas; las tácticas del miedo, la intimidación y las mentiras lanzadas a propósito, que es lo que estos jóvenes de la familia presidencial seguirán haciendo sin inmutarse, sin renunciar siquiera.

Una pena que lo que pudo despertar en muchos de nosotros, años atrás, haya sido tirado a la basura, y que algunos simplemente no podamos ir por ese camino, por principios; aunque algunas queridas amigas piensen que hay que darle el beneficio de la duda y apoyar la posibilidad real de una primera mujer presidente.

Espero que no llegue a la Presidencia, y que si lo hace, dé un salto radical y vuelva a sus raíces, a las ideas de la reunión del 92, a las que expresaba y sostenía cuando hablamos de programas de gobierno progresistas; y que se gane ese pleito (aunque lo dudo muchísimo, porque va amarrada) que de seguro tendrá masas en las calles apoyándole. Como Calderón a inicios de los 40s.

Igual, no puedo colaborar con su campaña ni trabajar con muchos de mis más queridos amigos y amigas que la apoyan; igual, no le pediré trabajo en el gobierno si llega a la presidencia. Igual seguiré escribiendo y analizando lo que se haga si llegara a ser gobierno, y así, seguiré perdiendo algunos amigos más y, espero, ganando otros.

lunes, febrero 02, 2009

RIESGO, MEMORIA Y POLITIquería

El temblor de Cinchona, -08 de enero de 2009-, ha mostrado con claridad los procesos de construcción del riesgo de desastre que vienen dándose en forma acelerada en las últimas décadas en Costa Rica; así como, los riesgos de la falta de política y el exceso de politiquería, todo sobre la casi ausente memoria histórica de la población, la prensa y los funcionarios que olvidan lo sucedido, no sólo hace una década, sino también las tragedias del mes anterior. Peor aún, sobredimensionan el impacto y la respuesta, así como su calidad, olvidando las miles de familias que fueron víctimas de desastres durante el año anterior y que siguen sin recibir apoyo alguno y han tenido que sobrevivir por sus propios medios, sabiendo además que no recibirán ningún respaldo para la recuperación y reconstrucción.

Cinchona es un pequeño caserío que data de la primera parte del siglo XX (cuando en esa zona se cultivó extensamente la planta del mismo nombre, utilizada para producir quinina) y que se localiza en la alta montaña en las faldas del macizo del Poás muy cerca del epicentro del sismo de 6.2 que casi lo destruyó. Su nombre identifica uno de los tantos usos del suelo de la zona entre las altas cumbres volcánicas, el que dio paso a la ganadería lechera, frutas o plantas ornamentales en la segunda mitad del siglo, no sólo ahí, sino también a lo largo de toda la ruta que sigue la cuenca del Río Sarapiquí. Esa vieja ruta data de siglos atrás, cuando se utilizó como salida del Valle Central hacia las planicies del norte y al Río San Juan, como vía al Caribe y al resto del mundo, de ahí el trazo sinuoso y abrupto. Con el tiempo, ese paso de mulas se fue consolidando como ruta para facilitar la salida de productos agrícolas, en particular la leche. Luego se asfaltó, aspecto que permitió la intensificación de actividades turísticas en una zona de extraordinaria calidad escénica, en medio del bosque nuboso, con profundos abismos donde corren los riachuelos que alimentan la cuenca, al lado de escarpadas y altas laderas cubiertas, muchas de ellas, de bosque virgen, pero otras muchas, deforestadas por el uso agrícola o los potreros y falseadas por los intrincados caminos montañosos.

En Cinchona, el temblor, como fenómeno de la naturaleza, no ha sido mucho mayor que muchos otros ocurridos en los últimos 20 años que afectaron muy diversas partes del país. De hecho, fue menor al de Limón -1- (7.5), del que queda un leve recuerdo, aunque éste sí tuvo un efecto de escala nacional y perdurable. El sismo de Limón en lo inmediato provocó el falseamiento o la destrucción de puentes en toda la zona caribeña al sur de la ciudad/puerto, incluyendo aquellos de los ríos más importantes de toda la cuenca (Bananito, Vizcaya, Westfalia, Negro y Estrella), que dejaron totalmente aislado el sur del Caribe. La subsiguiente temporada lluviosa se enfrentó sin rehabilitación y con tierras falseadas por el terremoto, aguas arriba, por lo que deslizamientos y avalanchas se precipitaron e impactaron las comunidades costeras seriamente. A lo largo de toda la zona costera, la licuefacción y el agrietamiento interrumpieron caminos vecinales hacia las fincas tierra adentro del Valle de la Estrella y la alta Talamanca. El impacto de este sismo provocó cambios sustanciales en la línea costera y en la altura relativa de la plataforma continental, de manera que muchas cuencas y micro-cuencas se vieron afectadas por la elevación (desde poco menos de un metro, hasta un metro y medio) del nivel en la zona de playa creando tierra adentro grandes áreas que sufren de las más amplias, profundas y continuas inundaciones, incluso en temporadas de lluvias consideradas normales.

Por la percepción de los daños, el de Cinchona ha sido encumbrado a inmensa tragedia nacional, cuando los daños y las pérdidas no han sido superiores a las sufridas muy recientemente, por ejemplo, en la costa del Pacífico, impactada por dos grandes llenas (en mayo y octubre del 2008) y ahora casi olvidadas. Ahí hubo inmensos deslizamientos en las cuencas altas de ríos como el Turrubares, el Paquita y el Parrita, entre otros; destrucción de caminos, fincas y beneficios de café, aunado a una carretera costanera destruida, decenas de puentes perdidos y cauces cuyos cursos previos fueron alterados hasta en doscientos metros, lo que afectó a miles de familias en todo el Pacífico Central, que perdieron sus viviendas y sus puestos de trabajo. Lo mismo sucedió en la zona montañosa al sur del Valle Central y en San Isidro de El General, lo que generó que la Carretera Interamericana fuese interrumpida en varios puntos por grandes deslizamientos, tanto en mayo como en octubre del 2008.

Las inundaciones de la costa del Caribe, casi todos los años, pero con especial importancia en 2005 y 2008 (el pasado mes de diciembre) tampoco recibieron la atención, el apoyo público y privado o una inmensa cobertura de prensa, aunque afectaron una zona y una población muchísimo más extensa (incluyendo, otra vez, la ciudad de Sixaola). Ésta se ha ido restableciendo, cada vez, por su propia iniciativa, prácticamente sin apoyo estatal, no sólo en la reconstrucción de edificaciones, sino también, en la organización productiva de fincas como las bananeras o plataneras. A lo largo de la cuenca del Río Sixaola se dejaron abandonadas decenas de comunidades y caseríos que quedaron aislados por semanas enteras sin apoyo alguno; pero se entiende que son, en su mayoría, de población indígena y han estado aislados ahí por siglos…

Cinchona tampoco supera el impacto de otros sismos de los últimos años. De hecho el más reciente ya casi no se recuerda (fuera de la zona de ocurrencia): el terremoto que impactó todo el Pacífico Central al finalizar el año 2004 -2- de magnitud similar -6.2-, y que causó severos daños en los cantones de Parrita y Quepos. Cientos de familias perdieron sus casas y enterraron sus muertos sin recibir mayor apoyo, respuesta y ninguna previsión para la rehabilitación. El efecto se centró a lo largo de la Carretera Costanera (todavía hoy sin arreglar completamente) y mantuvo a decenas de familias refugiadas por meses en tiendas de campaña y carpas de plástico negro en las plazas de varias comunidades (Pocares, Damas, etc.), hasta que por su cuenta fueron saliendo adelante, como otras tantas familias de toda la costa que ni siquiera se identificaron o censaron, las cuales tuvieron que reconstruir sus viviendas y refugios con su esfuerzo personal y familiar.

Si bien es cierto tuvieron respuesta de emergencias, pues los rescates siempre se dan, y los albergues siempre se llenan, y se activan los comités locales de emergencia y los cruz-rojistas sacan familias o llevan víveres y demás (y los rescatistas siempre actúan en forma heroica y desinteresada), también es cierto, que después de eso nada más pasó. Pasan meses y años y las familias vuelven a edificar sus propios albergues, en los mismos sitios y con sus precarios recursos y escasos conocimientos técnicos, sin mayor apoyo. Las instalaciones públicas también tardan años en repararse y muchas veces se construyen en localidades de altísimo riesgo, con sistemas constructivos y materiales inadecuados o claramente peligrosos, dada la localización y las amenazas harto conocidas.

En Cinchona, el impacto principal sobre vidas humanas (que suman en total 30 entre muertos y desaparecidos) ocurrió en caseríos, edificaciones o vehículos a lo largo de esa vieja ruta trazada siglos atrás, aquella lastreada y asfaltada en la medida que fue cambiando el uso del suelo, producto del desarrollo de sectores como el agropecuario y el turístico, con el crecimiento poblacional subsecuente, sin que nunca fuera realmente diseñada.

Además, las construcciones destruidas y dañadas, carecían de las mínimas condiciones, ya sea por localización (al borde o literalmente sobre precipicios en tierras volcánicas, areniscas y de poca consistencia), por inadecuadas o inexistentes técnicas constructivas propias de una región de altísimo riesgo sísmico. Las iglesias, escuelas, restaurantes dañados o destruidos y la única fábrica tenían serias deficiencias constructivas, y por contraste, la mayoría de los hoteles de más elevados niveles de control y técnica, sufrieron daños menores. Pero la zona más afectada no supera los 20 km2 y estaba casi despoblada, solo con dos o tres pequeños caseríos. La mitad de muertes se dieron en un solo lugar –una soda- y la mayoría a lo largo de esa ruta que zanja pendientes casi verticales.

Dos semanas después, un balance objetivo obliga a reconocer que el impacto ha sido equivalente o menor al de muchos otros sismos recientes ocurridos en sitios como Laurel (2004/ 5.3), Puriscal (2003 /5.4), Burica (2002/6.2), Upala (2002/5.4), Quepos (1999/6.9), Pejibaye (1993/5.8), Naranjo (1992/6.0), Frailes (1991/4.9), entre otros. Pero su imagen ha sido sobre-dimensionada, aunque éste se diera en una zona poco poblada, y en términos económicos, con una perspectiva nacional, el impacto podría ser más bien marginal, o mucho menor a los ya anotados en ambas costas –Caribe y Pacífico-.

La respuesta gubernamental, en lo inmediato y desde la perspectiva de imagen, también ha sido sobre-dimensionada, en especial si se la compara con los otros eventos citados. Hubo ahora, varias visitas del Presidente y Ministros a la región, lo mismo que visitas de la novia del Presidente con sacerdotes, con rezos y llantos de cada quien. Hubo visitas de personajes del deporte internacional llevados por Ministras que firmaron autógrafos, lloraron y oraron, y por primera vez, hubo recolección de víveres y donaciones en la Casa Presidencial, sede del Poder Ejecutivo. Se decretó alerta roja en tres provincias y casi todo el Valle Central (cubriendo totalmente la Gran Área Metropolitana de San José, incluyendo las cuatro principales ciudades del país donde habitan más de dos millones de personas), aunque el impacto directo cubría no más de 50 km2 al norte del valle, fuera del GAM-SJ. Se decretaron cinco días de duelo nacional y hubo duras y exigentes críticas del propio Presidente por lo que consideró escasa ayuda internacional –ciertamente en forma poco digna e impertinente-, demandando ayuda inmediata de países europeos, eximiendo de su crítica solamente a China.

Toda esta sobre actuación, más que todo mediática, no de acciones materiales de respuesta y recuperación, tiene una explicación bastante clara: la apreciación de la imagen del Presidente en las encuestas declinó treinta puntos (30%) en el último año antes del terremoto, y en este mes de enero se estaba estrenando una nueva Ministra de Comunicación, que se reduce a ser ‘Ministra de imagen del Presidente’, sin duda. El contraste es más impactante porque todo es activismo nunca se dio en la última década, aunque varias veces al año hay muchos más muertos, afectados y grandes pérdidas materiales. De hecho, en diciembre del 2008, ni hubo duelo nacional, ni exigencias de ayuda, ni rezos o llantos del Presidente, que ni siquiera fue al Caribe, –se fue de viaje a Singapur durante la emergencia-

No obstante, el hecho que se sobre-dimensione la imagen de la presencia gubernamental, no implica que la respuesta material y la acción fuera oportuna, coordinada o técnicamente adecuada; al contrario, hubo serios atrasados, altísima descoordinación y yerros por doquier. De hecho, los turistas y vecinos salieron por su cuenta en los dos primeros días (muchos, los turistas en especial, pagando altísimos boletos de helicópteros privados) y en los siguientes, gracias a la movilización espontánea de grupos de personas con cuadraciclos y otros vehículos similares que se movilizaron para colaborar voluntariamente.

Algunos elementos pueden simbolizar la calidad de la respuesta hoy en Costa Rica y la casi total ausencia de una perspectiva de riesgo o el trazo de una política hacia la gestión del riesgo en que vivimos cada día:

1. El increíble incendio de una bodega de la CNE (pocas horas después del sismo) repleta de miles de colchones, víveres y vehículos para los damnificados, pero más aún, la inefable respuesta institucional: no pasa nada. Más de dos semanas después no se ha dado explicación alguna, ni hay responsables por lo sucedido.

2. La pérdida de un puente ‘provisional’ sólo nueve días después de colocado –dos días después del sismo-; el que se instaló en un sitio obviamente inadecuado, falseado y propenso a crecidas o avalanchas, lo que se advirtió ampliamente y era conocido por los responsables institucionales.

3. El hecho de que la Escuela de Poasito había sido declarada INHABITABLE hacía varios años, pero seguía en uso, y “felizmente”, el sismo la terminó de destruir durante las vacaciones escolares. Y esto es algo que sucede con otras edificaciones públicas de la zona y con otros muchos centros educativos del país.

Esta sobre-dimensión del sismo convertido en tragedia nacional o inmensa catástrofe revela, en primer lugar, una población desinformada y sin memoria, unos medios de prensa ávidos de imágenes espectaculares y un gobierno con nueva Ministra de Comunicación; y en segundo lugar, la ausencia de una política sobre gestión de riesgo.
Innumerables viviendas, escuelas, centros de salud, carreteras, puentes y todo tipo de construcciones productivas, así como, cientos de miles de personas están viviendo en altísimo riesgo sobre cientos de fallas locales y en zonas propensas a avalanchas e inundaciones cada año, pero se carece de formas de aplicación de los reglamentos, códigos existentes y planes reguladores que incluyan el tema de riesgo (hasta ahora, NO lo hacen, incluyendo los recientemente presentados 33 planes de la Gran Área Metropolitana de San José).

Con cada gran evento, el enfoque es sensacionalista y de atención a la imagen, no refiere a la eficiencia y a la capacidad técnica, ya no sólo en la prevención o la reconstrucción, sino en la emergencia misma, en la respuesta inmediata y la recuperación siguiente.

El clientelismo y la imagen positiva se imponen por encima de la planificación de largo y mediano plazo; están por encima de la aplicación del conocimiento científico en la labor pública o privada; por encima de la necesaria educación y la capacitación local.

El clientelismo y la búsqueda de mejorar la imagen política están por encima de la introducción de procesos de gestión del riesgo en las tareas de Ministerios claves como los de vivienda, educación, salud, transporte y seguridad, junto a sus instituciones afines.

Lo único realmente positivo de esta imagen de inmensa tragedia es que la población del país, en general, tuvo una enorme respuesta solidaria, aportando donativos que llegaron a superar la capacidad de bodegaje tanto de la CNE como de instituciones privadas que atendieron familias y animales de la zona afectada. La propia Cruz Roja, según la prensa, solicitó la suspensión de donativos en especie pues tenía en bodegas suficiente para cubrir las necesidades de los siguientes dos meses.

Una población des-memorizada y abandonada a su suerte poco tiempo después del evento; una comprensión mágico-religiosa de los hechos dónde suceden milagros por doquier; un estamento político centrado en el control del poder, no en el ejercicio de un gobierno para los habitantes del país, sumado a una prensa afanada en hechos impactantes; deja a la población en la indefensión y permite que continúe la construcción del riesgo de desastre como hasta ahora, sin discutirlo hasta el próximo impacto.

Mientras tanto, con base en la sensibilidad estimulada, se aumenta la recepción televisiva y se forjan nuevas o fortalecen viejas imágenes políticas. Los nuevos futuros candidatos y los venerados futuros ex/presidentes surgen de entre el barro y las ruinas de cada terremoto, inundación o avalancha, sin que se haya logrado iniciar una nueva ruta hacia una vida más segura para los habitantes y las familias que ven, cada pocos meses o cada tantos años, como se pierde lo poco que tenían.


Manuel Argüello-Rodríguez, Ph.D.
Enero 2009

-1- Telire, 15:57 horas del 22 de abril de 1991.
-2- Damas, 2:07 a. m. del 20 de noviembre