jueves, octubre 06, 2011

Pacífico Central: riesgo y ordenamiento territorial



1. El pacífico central de Costa Rica tiene características bien precisas en lo geográfico, se trata de una larga y angosta franja de llanuras aluviales que se entremezclan con complejos humedales y que reciben las aguas de extensos ríos de montaña. Los sinuosos ríos nacen en los columpios de la franja montañosa del sur del Valle Central, con picos por encima de los dos mil metros de altura, y está compuesta por numerosos y pequeños valles. Al sur de las filas Chires, Surubres, Tierras y Chonta el territorio se desliza con altas pendientes antes de llegar a la angosta franja costera. Los riachuelos de montaña se articulan con forma de árbol para constituir grandes caudales ya en el límite de la pendiente y la llanura aluvial, para expandirse a sus anchas en los intrincados humedales de bosques salados. Así, la llanura aluvial y el humedal constituyen el territorio natural en que se despliegan los caudalosos ríos de montaña durante toda la temporada lluviosa del pacífico hasta por ocho meses al año, con sus momentos de lluvias torrenciales en tres de esos meses.

2. Dada la condición del istmo centroamericano, como puente angosto entre grandes masas continentales y los dos océanos, los fenómenos y eventos hidro meteorológicos del Caribe inciden también sobre las condiciones del clima y afectan las temporadas lluviosas del pacífico de manera puntual, incrementando el patrón de lluvias por algunas semanas o hasta algunos días, lo mismo provocan otros grandes procesos más extensos, como El Niño o La Niña, modificando los patrones por períodos de varios años. La presencia de grandes huracanes en el Caribe normalmente implica el incremento sustancial de las lluvias en las laderas sur de los Cerros de La Cangreja y demás articulaciones montañosas hacia el sur-este, donde nacen los ríos que se convertirán en los cinco principales ríos que desembocan en el pacífico central costarricense: Tulín, Parrita, Paquita, Savegre y Barú.

3. En la llanura aluvial se entremezclan los humedales con franjas de playas y pequeñas bahías, pero esencialmente, se trata de una franja angosta de unos pocos kilómetros de ancho y que se extiende por docenas de kilómetros en dirección noroeste/sureste, desde la desembocadura del Río Tulín hasta el Río Térraba. Entre ambos se encuentran las desembocaduras de otros cuatro ríos de montaña que se encargan de alimentar sus respectivos humedales y llenar las llanuras en los picos de la época lluviosa del pacífico. En cada caso los ríos se extienden en su parte casi plana, horizontal, por la llanura de sedimentos y aluvión, cambiando o ampliando sus cauces según la ocasión: en tiempos de intensas y prolongadas lluvias, las llenas cubren kilómetros a los lados de sus cauces; en tiempos de abruptos y excesivos periodos lluviosos (usualmente vinculados con efectos indirectos de tormentas tropicales o huracanes) las crecientes en las altas montañas descienden en forma intempestiva y arrastran gigantescas cantidades de residuos y erosión en forma de avalanchas o grandes ‘cabezas de agua’, veloces y destructivas. No son simplemente llenas, sino correntadas que arrastran viviendas, plantaciones, carreteras o puentes y en muchas ocasiones cambian el cauce principal hasta cientos de metros a uno u otro lado.

4. La colonización temprana de la sub-región pacífico central se basó ampliamente en la organización de plantaciones y todavía mantiene resabios de sus épocas de mayor bonanza. Primero las bananeras y luego los palmares (y arrozales con algunos potreros subiendo el pie de montaña) estructuraron una organización vial extendida a lo largo de la franja costera y diseñada con patrones geométricos de gran escala. Caminos entre plantaciones y sistema de drenaje o riego cubrieron la llanura aluvial, que estaba protegida además por la presencia de los complejos sistemas biológicos que formaban los humedales que van mucho más allá de los variables deltas o bocas de los cinco principales ríos que descienden en dirección noreste-sureste.

5. La vía principal se extendió desde mediados del Siglo XX en forma paralela a la franja de costa, acercándose o alejándose según la extensión y penetración de los manglares (humedales) o peñones; pero siempre con los cinco ríos como obstáculos esenciales. Así, la plantación bananera y luego el palmar dependió de los puentes metálicos construidos a mediados de siglo XX por la empresa multinacional, pero más hacia el nor-oeste, el Río Tulín siguió siendo un obstáculo insalvable hasta décadas después con la construcción del puente nacional que permitió conectar Parrita con Garabito en forma expedita y segura. Igual, hacia el sur de Quepos, la ausencia de puentes y en particular el Río Savegre, fueron un obstáculo para completar la vía costanera hasta finales del siglo pasado y todavía en la segunda década de este siglo la interrumpe cada tanto.

6. La estructura vial y urbana, sigue mantenimiento el patrón trazado por la bananera, incluso la organización de los poblados –antiguos cuadrantes- con sus comercios (comisariatos) y servicios básicos siguen este patrón: el trazado por los centros de las antiguas fincas y mantienen muchos de ellos sus antiguos nombres. Muchas viviendas de la época bananera se mantienen todavía como predominantes en pequeños poblados (ejemplos de ellos son Pocares y Damas) a lo largo de la franja costera, tanto en el cantón de Parrita como en el cantón de Aguirre. No obstante, algunos están muy derruidos, luego de más de medio siglo, y otros fueron destruidos muy recientemente, con el terremoto de Parrita del 2004, cuando el Comisariato de la antigua ‘Finca Damas’ y muchas viviendas ‘bananeras’ finalmente quedaron inservibles.

7. Esta trama que se cruza en forma casi perpendicular: los ríos de montaña bajando hacia la franja costera y la vía principal –actualmente llamada ‘carretera costanera’- es la herencia de una estructura de plantación, que sin embargo, fue perdiendo sus amplios drenajes y sistemas de evacuación de aguas, a la vez que fue poblándose ampliamente en la medida que se desarrollaron nuevas actividades económicas al final de la época bananera y en particular en las últimas tres décadas. El impacto ha sido mayor con la explosión de la inversión inmobiliaria, el ‘boom’ y la llamada burbuja financiera en el área de ‘bienes raíces’ y turística en playas y poblados, en especial en Jacó y Quepos.

8. La nueva población que pudo acceder a la región con la construcción de los nuevos puentes desde la década de los 80s y las nuevas inversiones turísticas, crearon condiciones para la inmigración (trabajadores de la construcción, comercio y servicios) que fueron a poblar tanto las cabeceras de cantón o distrito, como los poblados a lo largo de la carretera costanera (muchos antiguos cuadrantes de fincas bananeras), los que se localizan relativamente cerca de la costa y dónde los ríos de montaña se extienden en sus llanuras de inundación natural.

9. Los pequeños poblados bananeros se diseñaron con pleno conocimiento de esta relación: “camino paralelo a la costa que cruza perpendicular con ríos de montaña”, y por lo tanto las casas (tanto las de altos empleados como las de trabajadores del campo), comisariatos/comercios, centros de salud y oficinas se construyeron con diseños adaptados para superar con sus pilotes de hasta dos metros de altura las crecientes y ‘llenas’ de estación e incluso las fuertes correntadas. La construcción y diseño también se adecuaron a otras características climáticas locales: se ventilaron ampliamente y techaron con altas pendientes y extensos aleros, con amplios corredores ‘volados’. Alejadas de la línea de costa algunos kilómetros no tenían problema alguno con la normal erosión marina y cambios habituales en la línea costera, así que perduraron por muchas décadas como sitios relativamente seguros, además de frescos y adaptados armónicamente a las condiciones costeras e hidrológicas de la zona.

10. La nueva población de finales del siglo XX, la que llega sin conocimiento tradicional del comportamiento natural de los ríos y sin el conocimiento para adecuar las construcciones a las llenas estacionales, cambia este panorama. Es esa la población que se acerca a las playas y traza sus callejuelas al lado y en paralelo de la playa para efectos de la economía turística, pero no construye con la sabiduría centenaria de los pescadores locales. Es ésta la que asienta sus viviendas (incluso las muy costosas y lujosas, pero también los proyectos estatales de vivienda y las nuevas oficinas de instituciones públicas) a ras del suelo con pesados materiales y techos casi planos. Esa población que impacta rápidamente y en forma generalizada toda la subregión, así como las edificaciones que construye y localiza en las áreas de inundación o en los propios cauces de los principales ríos, como en el caso de Paquita y Parrita –La Julieta-, serán las víctimas de las crecientes estacionales y los que llenarán los albergues y perderán sus bienes cada tantos años en los meses de octubre/noviembre.

11. La extensión de antiguos centros de población, cuadrantes de finca, y su crecimiento a lo largo de la nueva carretera (que en sí misma constituye un dique de hasta tres o cuatro metros de altura en su paso por la llanura de inundación) es una condición que implicará necesariamente los permanentes desastres. De hecho esta carretera/dique construida sin instalaciones de drenaje (como alcantarillas del volumen adecuado y distribuidas a lo largo de la vía) es de hecho un elemento que altera radicalmente el normal fluir de las aguas de montaña y rompe su drenaje natural, creando de paso amplias lagunas en zonas habitadas cada tantos años.

12. La construcción de nuevos puentes en los sitios exactos de los antiguos puentes y al lado mismo de los centros poblados, como en el caso de Parrita/La Julieta, es un hecho adicional que implica necesariamente un gravísimo riesgo que se concreta casi todos los años, pues son el único sitio de paso de todo el tránsito de la carretera costanera (alternativa de la Carretera Interamericana) y por dónde circula y circulará cada vez más el tránsito masivo de vehículos pesados que van de la frontera de Panamá a la de Nicaragua o al principal puerto del pacífico. Así, la carretera dique no es solo una vía local o regional, sino que será cada vez más la principal vía internacional, parte del corredor logístico y el corredor comercial de la zona multinacional denominada Puebla/Panamá.

13. En particular en la cabecera del cantón de Parrita, en su centro consolidado, todo ese tránsito pesado atraviesa el área más densamente poblada, el centro comercial e institucional de todo el municipio; el que a su vez, está localizado no solo en la llanura aluvial, sino que prácticamente en el propio cauce del Río Parrita. La decisión de construir el nuevo puente en el mismo sitio del puente viejo condena a la cabecera cantonal a sufrir el permanente paso de furgones de carga pesada por su eje comercial e institucional principal. El río y el puente no podrán cambiarse de sitio, así que habrá que hacerlo con la población y su centro neurálgico, o en su defecto, condenarlos a sufrir por siempre las grandes inundaciones anuales.

14. La construcción de instalaciones hidro-eléctricas en la cuenca alta del Río Parrita, incluyendo la represa principal en la zona de Pirrís, implicará un nuevo riesgo para la ciudad que crece en la cuenca baja, específicamente a un kilómetro de la desembocadura y prácticamente colindando con el humedal de su boca principal. La relación carretera (que es un dique de hecho) y la acumulación de viviendas requerirá de una redefinición que mitigue y reduzca sustancialmente estos conflictos en el uso del espacio y en la implicación de este cruce perpendicular entre los ríos y la costanera, lo que implica y llevaría en adelante (de no ser re-adecuada) no solo a las pérdidas usuales, anuales por las crecidas, sino a la interrupción de la Carretera Interamericana, eje esencial y corredor comercial principal, ya no solo de Costa Rica, sino de toda la Región de México a Colombia.

15. Las otras poblaciones no tienen un conflicto de la misma magnitud, excepto Paquita a pocos kilómetros de la entrada a la ciudad de Quepos y la zona turística del Parque Nacional de Manuel Antonio, pero sí hay mucha población dispersa y zonas de alta producción agrícola en toda la franja costera de la llanura aluvial a lo largo de la carretera costanera. Ello sin duda es la principal condición de riesgo, que se une a la condición de riesgo sísmico derivado de densificar poblaciones sobre llanuras aluviales de arenisca, muy cercanas al Océano Pacífico; una zona cruzada ampliamente por fallas locales y que se encuentra frente a la línea costera por la que corre la falla continental.