lunes, junio 15, 2009

POR QUÉ NO APOYO A LAURA

Re–conocí a Laurita (luego de los viejos años en la UCR) en una reunión para hablar asuntos de ‘largo plazo’ organizada por GAMF en la casa de JNR a inicios del 92. La vi luego trabajar en los programas y campaña de JMF, y ganarse el respeto de todos nosotros por la calidad de su trabajo y su empeño, pero a la vez, ganarse el respeto de los mal llamados ‘coroneles’ (los altos milicos ticos) por su fortaleza y seriedad: sobrevivió con creces en uno de los mundos más machistas y autoritarios, en la jerarquía tradicional de ese ambiente policial. La vi trabajar intensamente y con seriedad en el vice ministerio y coordiné con ella tareas del área social en comunidades, como La Carpio.

Me sorprendió su cambio radical desde que dirigió la campaña de RAM y su paso por la Asamblea Legislativa, más aún, su casi ausencia absoluta y bajísimo nivel de calidad de su trabajo como vice presidenta y ministra. De hecho, no parecía que tuviéramos una vice presidenta (y yo trabajé para una vice presidenta de verdad por cuatro años, RGM, sé de lo que hablo) y menos una ministra de justicia, ministerio en el cual un equipo de ayudantes, de menos nivel que la mediocridad, hizo lo que pudo con muy pocos resultados, tan pocos que la propaganda no podrá inflar.

Los vaivenes de la campaña y la búsqueda de la candidatura la tuvieron lejos de la cúpula y cerca de la cúpula, apoyada y alejada; y se vio, se notó, en su campaña. En vez de trabajo de programa, en serio, se plegó a la propaganda falsaria junto al gobierno. Mentiras, muchas, como las desmentidas por otro precandidato en los debates –arrogándose los créditos de trabajo hecho por otros que no son de su equipo-, improvisando respuestas o sustituyéndolas por el eslogan de turno creado por sus publicistas.

¡Qué pena! Es sorprendente el cambio que se puede tener en la búsqueda de una candidatura.

Me hubiera encantado, y mis cercanos lo saben de sobra, apoyar a Laurita para convertirla en Doña Laura, la presidente; fui a votar por ella ruidosamente cuando se presentó de candidata al Consejo Universitario en la UNA –uno de los pocos que fuimos ruidosamente- cuando los recalcitrantes de la izquierda la atacaban furiosamente por ser de la ‘clase política’, como si todos no fuéramos de esa clase, les decía: buenos, malos regulares o peores. Casi nunca voto, le dije, prefiero que me rebajen el sueldo, pero vengo a votar por vos, porque te conozco y sé cómo trabajás.

Estoy seguro que su capacidad de trabajo no ha variado en absoluto, que puede hacerlo dos o tres días seguidos sin parar para alcanzar una meta; pero ¿cuáles son sus metas? Estoy seguro que su fuerza personal y su presencia y atractivo, es mucho más ahora que cuando preparaba el programa para su vice-ministerio; pero ¿cuál es su programa?

¿Qué le pasó? ¿Por qué no impulsó las ideas de que hablamos aquella lejana noche de principios de 1992? Eran clarísimas ideas sobre el rescate de la social democracia de verdad, la herencia de las ideas a lo Palme a lo Brandt y su re creación para las circunstancias del istmo a final de siglo.

¿Por qué cedió y se echó sobre sus hombros el continuar construyendo este país con el rumbo que le dan los otros? No otro cualquiera, no: los del memo de la vergüenza, los neoliberales intransigentes (que dice JCM que solo existen en la ‘mente delirante de los marxistas vergonzantes’ –interesante idea, inteligente idea, ahora en tiempos que los neos reventaron la burbuja- ¿no?). No cualquier otro, aquellos que mienten y mienten y mienten. Mienten como en vivienda y en la CNE (y lo denuncié muchas veces desde hace mucho: recuerdan el gallardo tsunami y al ministro tugurero); pero también en transportes, en justicia, en seguridad y hasta en salud –si también ahí-, en TODO el programa social, en la vergüenza internacional que ha sido lo de Cinchona, incluso en las mismas becas disfrazadas con nuevo nombre, etc., etc.)

Me encantaría apoyar a Laurita, la sigo considerando mi amiga, la estimo mucho por lo que conocí de ella durante los años que la vi trabajar de cerca (del 92 al 98), me encantaría trabajar 24 horas (ahora que estoy jubilado) en el programa social, proponer alternativas a las tendencias que critico, hay muchas, hay abundante experiencia y décadas de avances en muchos países y tenemos ventajas.

Pero no puedo apoyar un gobierno de los hermanos Arias y su grupo de empresarios recalcitrantes (tanto, como los de la izquierda en la UNA). No puedo apoyar otra farsa: un gobierno de los Arias con rostro de mujer, que no con ‘enfoque de género’, como pretende una columnista candidata a ministra. La falacia de la imagen personal en política, sin ver quienes componen los grupos de poder real, quienes dictan políticas concretas, quienes toman decisiones en los hechos mientras dicen lo contrario en la propaganda. Que dé algún ejemplo, bueno está bien, dentro de lo más obvio: ¡la paz con la naturaleza!, para no citar una vez más el programa de los mil coordinado por el ex ministro.

Una pena ver en la celebración del gane de Laurita, y saber que es elemento clave, al diputado del memo, miembro destacado de esa gavilla de políticos jóvenes (o sea los que seguirán como candidatos y demás, como líderes del actual grupo en el gobierno) que ni se inmutan con tácticas delictivas y mafiosas; las tácticas del miedo, la intimidación y las mentiras lanzadas a propósito, que es lo que estos jóvenes de la familia presidencial seguirán haciendo sin inmutarse, sin renunciar siquiera.

Una pena que lo que pudo despertar en muchos de nosotros, años atrás, haya sido tirado a la basura, y que algunos simplemente no podamos ir por ese camino, por principios; aunque algunas queridas amigas piensen que hay que darle el beneficio de la duda y apoyar la posibilidad real de una primera mujer presidente.

Espero que no llegue a la Presidencia, y que si lo hace, dé un salto radical y vuelva a sus raíces, a las ideas de la reunión del 92, a las que expresaba y sostenía cuando hablamos de programas de gobierno progresistas; y que se gane ese pleito (aunque lo dudo muchísimo, porque va amarrada) que de seguro tendrá masas en las calles apoyándole. Como Calderón a inicios de los 40s.

Igual, no puedo colaborar con su campaña ni trabajar con muchos de mis más queridos amigos y amigas que la apoyan; igual, no le pediré trabajo en el gobierno si llega a la presidencia. Igual seguiré escribiendo y analizando lo que se haga si llegara a ser gobierno, y así, seguiré perdiendo algunos amigos más y, espero, ganando otros.