lunes, octubre 29, 2007

BIENES RAÍCES Y MALOS IMPACTOS

El crecimiento impactante del mercado de bienes raíces y la inversión inmobiliaria, así como su paralelo en la industria de la construcción tiene sin duda un lugar preponderante en el equilibrio financiero y la bonanza de las finanzas públicas, lo mismo que en las finanzas de todo el sector empresarial vinculado con el turismo y los bienes raíces. No obstante, no es ese el único impacto positivo, pues implica también –entre otros- la generación de empleo y presiones para el aumento del monto de los salarios –tradicionalmente bajos- en la construcción y en las oportunidades de venta de propiedades a precios exorbitantes para antiguos propietarios medianos y pequeños de fincas agrícolas poco productivas en las zonas costeras y de interés paisajístico.
La renta del suelo cambia radicalmente cuando la faja costera o las montañas del sur del Valle Central se perciben ya no como zonas agrícolas sino como zonas residenciales o comerciales para consumidores de alto nivel de ingreso, así de inmediato se transforman: aunque sigan siendo fincas ganaderas ya no lo son más, aunque pasen años utilizándose en la producción de arroz su precio de mercado no corresponde con ello; corresponde con la percepción de que se podrá vender para usos distintos y por tanto a los precios que pagaran los futuros inversionistas. Ello, a la vez, implica no solo cambios objetivos al concretarse inversiones, sino cambios especulativos sin que haya ninguna acción objetiva y el cambio sea nada más una expectativa a futuro, sin fecha cierta, pero de efectos inmediatos reales. Un efecto de esos es el abandono de las tierras como medio de producción y la venta progresiva de parcelas por montos que se van consumiendo y permiten la reproducción social de los antiguos propietarios o poseedores, quienes finalmente terminan por venderlo todo y migran hacia lugares de menores costos.
El primer impacto del boom de los bienes raíces no es simplemente el cambio abrupto del paisaje, sino el disparar un proceso de transformación que lleva a la segregación social y al cambio sustancial de la población radicada en los sitios: por un período de transición la inmigración –a veces masiva- de los nuevos trabajadores que crean el nuevo paisaje (construcción, comercio, turismo, etc.) y luego la estabilización de las nuevas condiciones laborales y sociales con las antiguas fincas transformadas en urbanizaciones, condominios (‘ocean view’) y hoteles o comercios con nuevos propietarios, lo que conlleva a la expulsión de los trabajadores sobrantes a las nuevas condiciones de demanda laboral. Estos se tendrán que ir junto con los antiguos propietarios, aquellos que no se hayan dejado algún pedacito de su antigua finca y se queden a envejecer consumiendo lo obtenido por las ventas.
Este primer gran impacto, la segregación social paralela con la atracción de migraciones crea nuevos sitios: los barrios de habitación de los recién llegados que se construyen en los sitios que no puedan utilizarse en el nuevo abrupto crecimiento inmobiliario por diversidad de razones entre las que están su localización y características geomorfológicas (pendientes, tipo de suelo, accesibilidad, escorrentía, cauces de ríos, cercanía a basureros o sitios muy contaminados) y por tanto donde la ‘renta de localización’ no implicó una elevación abrupta de su precio de mercado a falta de clientes de alto nivel adquisitivo.
Así, es importante enfatizar que los cambios regionales o locales que se impulsan (a escalas muy pequeñas, como una playa o una bahía o distrito urbano o una zona de la ciudad) con grandes inversiones para explotar características del sitio mediante un cambio de uso (paisajismo, cercanía a centros comerciales o de oficinas y distritos financieros, marinas o mega proyectos turísticos –que incluyen hoteles de lujo, deportes como golf, comercios y residencias junto a las instalaciones de playa y montaña- carreteras o aeropuertos) aparte de la aparente riqueza que estarían dejando y es visible en las construcciones y modificaciones del paisaje, también tienen un impacto local de gran magnitud en lo social, no solo con la población pre-establecida sino con la que atraen con relativamente bien pagadas ofertas laborales durante la construcción o los típicos servicios comerciales y turísticos (incluyendo los servicios sexuales y el tráfico de drogas ilícitas).
Aparte de la bonanza perceptible a simple vista se da entonces la existencia de impactos de otra calidad, más bien, contrapuestos, en distintas áreas de la economía, de la dinámica poblacional y del ambiente; pero no solo eso, ya que también hay otros impactos en aspectos vinculados con la delincuencia internacional y la segregación social de los pobladores del campo y ciudades intermedias, en lo que podría llamarse usando el anglicismo de moda una ‘gentrification’ de lo rural/costero, aunque -obvio- muchos de los inversionistas y compradores, o el origen de su dinero, no sean exactamente ‘gentlemen’.
De todo ello uno de los impactos más importantes vincula dos procesos, uno la degradación ambiental de los sitios en general, pero especialmente los de residencia de los inmigrantes y de los antiguos residentes que se desprenden de sus terrenos y se localizan en los sitios que quedan fuera del mercado de alto precio. Otro es la condición de los inmigrantes y trabajadores, tanto en el periodo de bonanza como –y especialmente- en el siguiente. Estos trabajadores movidos por oferta de empleo que no encuentran en otros sitios o sus sitios de nacimiento, se establecen en albergues temporales o viviendas de barrios pobres locales y se quedan en los mismos sitios en labores más bien informales, esporádicas o casuales que permiten alcanzar niveles de subsistencia mínimas. Estos grandes grupos (que cuando el abrupto crecimiento de la inversión en bienes raíces tiene la escala de verdaderas nuevas ciudades –no solo aquí, sino a escala mundial y el ejemplo máximo lo fue la construcción de Brasilia- implica otras ciudades paralelas de trabajadores) son las primeras víctimas de la degradación ambiental pues son los que sufren las inundaciones y avalanchas y enfermedades o epidemias producto de la contaminación y la falta de drenajes o instalaciones mínimas sanitarias y de disposición de desechos.
Así, en paralelo al inmenso negocio para los inversionistas y el disfrute de los compradores o visitantes temporales –turistas, etc.-, e inclusive de los sectores de ingresos medios que también logran insertarse en el proceso de cambio y mejorar sus condiciones, se da un proceso de expulsión de población que deberá buscar nuevas opciones laborales probablemente degradadas y un proceso de atracción de masas de trabajadores que también se enfrentan a ambientes degradados y precarias condiciones laborales, inestables y de muy bajo ingreso (o en su defecto vinculadas con mejores ingresos a actividades ilegales o degradantes como la prostitución).
En la elaboración de un proceso de ordenamiento territorial, que son urgentes y al que se enfrentan los gobiernos locales en forma inmediata, es esencial tener un balance de los múltiples impactos para no ser una víctima institucional que acompañe a las víctimas humanas. Mientras se elabora una adecuación de los instrumentos de control y verificación del proceso de inversión y valoración relativa de la renta –lo que implicaría mayores ingresos en los municipios por pago de impuestos locales, tanto de servicios como territoriales-, o se organizan las capacidades técnicas institucionales para al menos tener información de qué está sucediendo con la estructura de la tierra, los predios urbanizados o los desarrollos en condominio y propiedad compartida; se deben observar con detenimiento esos procesos sociales y territoriales o ambientales que podrían generar situaciones críticas o de desastre y emergencia a futuros no tan lejanos.

Estos impactos abruptos en las condiciones de uso del suelo en franjas costeras, áreas de la ciudad o zonas semi-rurales de la periferia del área de crecimiento urbano escapan comúnmente a los procesos de ordenamiento, control o planificación y regulación desde las instituciones o los gobiernos locales. Pero su escala y magnitud de su impacto es tal que se ha ido constituyendo en un problema esencial de la vida del país y para la definición de criterios de toma de decisiones sobre lo que significa o no y debe incluir necesariamente un plan estratégico de ordenamiento territorial o un plan regulador. Sin duda es un elemento esencial del enfoque general del rol de la planificación territorial en condiciones de economías de mercado, o capitalista, como la nuestra. En forma de pregunta se puede plantear como: ¿qué se puede planificar o dirigir según un modelo en una sociedad regida por la lógica de la ganancia, la propiedad privada y el mercado?; y bueno, sobre esa base definir el rol del gobierno local de acuerdo con las leyes y de las instituciones nacionales, también de acuerdo con los principios jurídicos y políticos vigentes y fijar con ello los criterios ‘técnicos’ que permitan revertir esos ‘malos impactos’, mitigarlos o evitarlos.

A este respecto se deben tener presentes conceptos ‘meta’ como la sostenibilidad y similares, pero sobre todo se trata de una perspectiva de ‘política pública’ relativa al ordenamiento y el control relativo del Estado –en todo su aparato- sobre la acción privada, incluido el derecho de usufructuar libremente la propiedad privada de la tierra, que constitucionalmente es ‘inviolable’.

La orientación del plan estratégico de ‘ordenamiento’ y el ‘regulador’ (como lo dicen textualmente ambas palabras el eje del enfoque tradicional es ese: ordenar y regular) es que NO son tradicionalmente ‘planes de desarrollo’ y mucho menos ‘planes de pre inversión’; y por tanto deberán cambiar radicalmente y plantearse como una legítima intervención del Estado (sustentado en Costa Rica en el nivel constitucional) como un instrumento de política pública que ponga como criterio esencial la defensa de la vida humana y del ambiente, el derecho de las futuras generaciones a disfrutas de los recursos naturales y en consecuencia, asegurar que los procesos de transformación del uso del territorio y del suelo –impulsados por la inversión y el aumento de la renta, incluyendo la especulativa- preserven las riquezas naturales, no las dilapiden, contaminen o destruyan; pero especialmente, observen y ordenen también los procesos sociales que se generan, para evitar aquellos de degradación de las condiciones de vida de los grupos humanos que se mueven impulsados (expulsados o atraídos) por los cambios del uso del suelo.

Debe ser un enfoque hacia lo propositivo en variados campos, pero en general que articule lo social y lo ambiental y evite la degradación de ambos y no solo ‘ordenar y regular’ aspectos de carácter más técnicos como la vialidad o altura o la cobertura. A este respecto es esencial tener presente que el impacto es de escalas que van de lo local, a lo cantonal, lo regional y lo nacional; incluyendo formas de organización territorial que no son político-administrativas, como la micro-cuenca, la cuenca, la zona costera, la zona montañosa, el valle, etc. Lo mismo que también aquellas que corresponden con impactos organizacionales especiales (como las zonas protegidas privadas, parques, reservas, zonas de protección especial y zonas vinculadas con volcanes o represas hidroeléctricas, como Arenal) pero también otras como territorios regidos por leyes especiales particulares como zonas costeras.

En la mayor escala, el cambio del uso del suelo tiene los impactos anotados en relación con toda una zona como la que atraviesa la ‘carretera costanera’ que no es región sin esa carretera, o la de los canales de Tortuguero que puede cambiarse con una carretera o la zona que une San Ana con Jacó, con la nueva carretera, o zonas impactadas por aeropuertos como el de Liberia, no solo por las regulaciones por leyes internacionales y zonas de aproximación, etc., sino por el impacto económico, el cambio en el uso del suelo, la renta de la tierra y otros aspectos que deberían estudiarse en los planes de ordenamiento y más aún en los reguladores (por su escala cantonal que a veces deja de lado este tipo de aspectos macro). Ahí está el futuro, en la construcción de poder popular El proceso de mayor escala implica conectar los planes reguladores como si fueran piezas de un rompecabezas, que calcen; lo que es más difícil aún si se considera que un impacto como el de la costanera tiene que ver con la constitución de una vía que une a toda Centroamérica, o el canal de Panamá con México; es decir los nuevos territorios constituidos por corredores comerciales o biológicos y energéticos.

Un aspecto a destacar y ausente en toda la planificación urbana, ambiental y regional, así como en las acciones de los gobiernos locales hasta ahora es el tema general del ‘riesgo de desastre’ que no solo está ausente en la planificación sino que es una de las consecuencias fundamentales de la explosión del precio de los bienes raíces. Este es un país (y un istmo) de amenazas múltiples y los inversionistas y promotores de bienes raíces no parecen tener noción alguna de ello. Así, es en aquellas zonas de grandes inversiones y cambio donde se hacen cada vez más obvios los procesos orientados hacia la degradación ambiental, el surgimiento de conflictos entre el uso humano y sus propias posibilidades de supervivencia en el largo plazo (como los acuíferos). Pero se sigue viendo todo como ‘emergencia’ y como ‘respuesta a emergencias’, aunque lamentablemente no se responde (como en Sixaola cuya carretera lleva más de dos años destruida, o los puentes de la costanera o las inundaciones en Guanacaste, y las cabezas de agua, derrumbes y deslizamientos en todo lado, etc., para no tocar el tema sismo o tsunami en la zona costera del Pacífico o el de huracán en la zona costera caribeña).
En fin, que un ‘plan estratégico de ordenamiento’ y un ‘plan regulador’ son instrumentos inútiles si no estudian y toman en cuenta la relación entre el tipo de utilización humana del medio y sus consecuencias en términos de desastres (pequeños o grandes, no solo los grandes).
En el proceso de incremento en la inversión inmobiliaria no se debe tener una expectativa de reducción de la tendencia, sino al contrario, de un aumento sustantivo ya que a estas alturas del siglo tan solo los nacidos en los primeros dos años de la segunda posguerra (entre 1945 y 1947) tienen 60 años cumplidos, así que los llamados ‘babyboomers’ apenas están empezando a pensionarse y buscando algún lugar paradisíaco para invertir sus ahorros y pasar un par de décadas de trópico y mar. Para su propia seguridad y la de sus inversiones es que se requiere también urgentemente una intervención decisiva para evitar esto que llamamos los ‘malos impactos’ del boom de los bienes raíces.

Manuel Argüello Rodríguez, Ph.D.
Octubre del 2007

lunes, octubre 08, 2007

Una derrota que llena de esperanza

Treinta y cinco años atrás en nuestro grupo universitario algún dirigente decía siempre que habíamos tenido una derrota electoral, pero una victoria política, para que los más jóvenes, recién ingresados a la militancia no nos decepcionáramos; pero siempre perdíamos. Era muy difícil ganarle a los grupos con dinero de los grandes partidos tradicionales o a la izquierda oficial con todo el apoyo de su partido y su intolerancia. Muchas veces tiraron ácido a nuestras mantas o sus grupos arrancaban nuestros afiches apenas los poníamos, y nos sacaron a golpes de piquetes con sus brigadas de choque, como las de aquel tristemente célebre movimiento Costa Rica Libre.

Por la misma época, las organizaciones contestatarias que desarrollábamos en las ocupaciones de tierras por vivienda recibían un doble trato: garrote, literalmente, de la guardia y chantaje (amenazas de desalojo y latas de cinc) de los munícipes de los partidos tradicionales. Los universitarios que en ello estábamos también sufrimos la acusación de instigadores –un serio delito penal- de parte de las autoridades oficiales, pero a la vez los golpes de aquella misma izquierda oficial que no quería permitir surgir los nuevos grupos.

Eran tiempos de la guerra fría y del inicio de la guerra en los otros países de la región, era el tiempo de surgimiento de nuevas fuerzas contestatarias, de una nueva generación esperanzada, que tendría que abrirse paso.

En los últimos meses mucho y nada ha cambiado en Costa Rica. Los viejos tratos de la guerra fría se han vuelto a utilizar en forma abierta, descarnada, arrasadora. El chantaje y la amenaza con la intervención directa de gobiernos extranjeros, de empresarios extranjeros, a solicitud de los gobernantes nacionales y el desdén sin rubor de las normas establecidas (clientelismo de última hora y violación de la tregua) los llevó de nuevo a ganar.
Pero vimos surgir a una nueva generación, esa que tanto hemos esperado y que ahora tiene una primera derrota, una muy importante, en las urnas de votación. Vimos la más grande movilización de toda la historia y la más alta votación, jamás soñada. Vimos una enorme creatividad autofinanciada, vimos una inmensa gama de grupos y vínculos, un verdadero país multicultural en proceso de formación.

En los próximos días, semanas y meses, habrá que debatir y estudiar, evaluar y revisar. Sobre la conformación de una coordinación de esa múltiple expresión alternativa y el uso de los medios de comunicación de masas. Sobre el carácter y conformación del ciudadano/votante, sus temores y necesidades, sus aspiraciones y capacidades. Sobre las reacciones esperables a las amenazas y a la intervención, el miedo al hambre y al desempleo. Sobre el manejo de la información y el uso de medios alternativos nuevos.

Pero hoy lo que queda es la grata sensación de que hay una generación de relevo y que debe abrirse paso y dirigir, asumir el control para construir el futuro y articular la diversidad con apoyo del estudio y el análisis profundo, para superar la ingenuidad y la inexperiencia.

Una generación que ganará.

08/10/07

viernes, octubre 05, 2007

QUE SE VAYAN ELLOS

La ley del garrote que están sacando en estas últimas horas antes del referendo es cada vez más descarnada y falta de dignidad.

Primero llaman a la Ministra de Comercio de EEUU para que nos diga cómo votar el domingo, o de lo contrario nos castiga, y con eso hacen tres conferencias de prensa (en Zapote, con los empresarios, y en la Asamblea) y numerosas entrevistas para explicarnos cómo lo que dice la señora tenemos que obedecerlo y ya, calladitos.

Luego, indican que los empresarios se irán a otros países con todos sus chunches y, una vez más el viejo garrote, que las textileras cerrarán poco menos que de inmediato y decenas de miles de familias se morirán de hambre.

Lo que ha sucedido en todos los demás países de la región, incluido México, es que la única salida con TLC aprobado es la migración masiva de los campesinos y otros pobres hacia el norte, y muchos nicaragüenses hacia Costa Rica, pues alcanzan niveles de desempleo de más del 25 % (y de mucho más) y aquí es de menos del diez, con claros faltantes en agricultura, construcción y turismo y diversidad de servicios públicos y privados, como los domésticos.

Pero ahora, cuando se avecina una decisión soberana que parece que dirá que 'NO al TLC', por múltiples razones dignas y económicas o políticas e ideológicas, los empresarios indignos nos amenazan con irse con sus capitales a otros países.

NO hay problema, quizás es tiempo de que migren esos empresarios y esos banqueros, en vez de los campesinos, los pobres y sectores medios empobrecidos de las ciudades.

Un país con las potencialidades de este en temas como la biodiversidad, el paisaje y los recursos naturales, junto a masas de cientos de miles personas pensantes y educadas no tendrá problemas en inventarse nuevos trabajos y que surjan nuevos empresarios que negocien con el mundo entero, incluidos los Estados Unidos, y ocupen el lugar de los que se vayan.


-jueves, 04 de octubre de 2007-

Don Oscar se suicida y se condena al infierno

Fiel a su pre-copernicana percepción del mundo, donde el centro del universo es él y con su egolatría incólume, asumiendo que lo que le sucede a él nos sucede a todos, el señor Oscar Arias, ya cerca de cumplir setenta años y viendo fracasado su último proyecto de vida y su carrera política; y además a la espera de un desenlace que le parece todavía impensable, dice que estamos cometiendo un suicidio colectivo y le echa la culpa a la Iglesia Católica.

La realidad es otra, al margen de si el domingo siete la ciudadanía de este país confirma los últimos resultados de las encuestas, el que se suicida políticamente es don Oscar, acompañado (obvio) por su séquito, sumisos servidores y concubinas, como los antiguos faraones. Pero además se condena al infierno, él solo como católico, por acusar a la Santa Iglesia Católica de su fracaso.

De resultar el referendo en un rechazo claro al TLC, es claro que lo que se rechaza más que a un texto complejo y poco conocido, es a la posición y la forma particular de gobernar del señor Arias, es a la desfachatez y la falta de seriedad de sus afirmaciones; es al autoritarismo y el desprecio que –creyéndose águila- siente por casi cualquier otro que no sea pariente, súbdito o vasallo; es porque ha considerado arrastrados caracoles a todos los que piensen de otra forma y porque cuando fracasa no tiene asco para tirar al fuego a sus más queridos amigos o culpar a la más importante institución eclesiástica del mundo de los últimos mil años.

Muchas culpas tiene la Iglesia Católica, pero una NO es el fracaso de don Oscar Arias.

Un resultado abultado en su contra lo deslegitimaría para gobernar. Si tuviera un gramo de dignidad y de decencia, haría lo que hizo la señora Thatcher, renunciar luego del evidente repudio de su pueblo en las calles y las urnas.

Que la señora vicepresidenta asuma, como manda la ley, y organice un gobierno de diálogo que permita al país iniciar una nueva etapa de transición razonable, racional, equilibrada, negociada y que impulse nuevas formas de comunicación que abran un período de mutua aceptación y comprensión entre los grupos hasta las elecciones del 2010.

-4 de octubre del 2007-

NO resultaron ser cuatro gatos -y gatas-

Dijo un coplero como a las 11:30 am, en la tarima ‘cultural’, cuando pasaba la avioneta del sí con una pancarta provocadora:

Los del sí nos mandan mensajitos
En avión
Porque no tienen gente para llenar
El Paseo Colón


Habiendo recorrido dos veces desde La Sabana hasta la Catedral y de vuelta y habiendo observado ampliamente ‘patiando’ la calle, in sito si se quiere más elegante, –a partir de las nueve de la mañana y hasta las tres de la tarde- y haciendo números de anchos de calles y distancias desde la primera tarima –en El Centro Colón- hasta el Hospital y promedios de gentes por metro cuadrado, mi cálculo de asistencia es de alrededor de doscientas cincuenta mil personas, todos votantes, al momento de iniciarse el discurso de fondo.

Fue la manifestación más grande que haya visto en toda mi vida en Costa Rica, por lo menos en mis casi cincuenta años de recuerdos, pues estuve en el recibimiento de Calderón Guardia (1958) con mis padres que eran mariachis de güeso colorado, y claro en decenas de marchas durante los años setentas y ochentas, incluyendo obviamente la de Alcoa con mis compañeros del colegio en 1970.

Es la más grande manifestación pública (pacífica, alegre, bulliciosa, creativa, llena de risas, joven también por la presencia de muchas personas adultas mayores) en que he sido testigo en este país, y en mi experiencia personal. Esa manifestación de hoy fue mucho más grande que la manifestación contra los impuestos (‘Poll Tax Riots’ en Londres, 1990) que llevó a la renuncia de M Thatcher luego de más de una década de su experimento neoliberal en Inglaterra (por aquello de poner las barbas en remojo…). En mi experiencia personal esta manifestación solo es superada por la llegada del Papa a Managua en 1983 y el cierre de la campaña electoral sandinista en 1990.

La diferencia de la manifestación de hoy, 30 de setiembre del 2007 en San José, con estos dos últimos casos citados (en Nicaragua, y en las que estuve presente) es que en aquellas unos gigantescos aparatos estatales y eclesiásticos, con apoyo económico externo inmenso, movilizaron a enormes masas al margen de su verdadera voluntad y lo hicieron con presiones de todo tipo, desde la amenaza de excomunión hasta la amenaza del empleo, y utilizaron todo el transporte del país para mover la gente y prácticamente secuestraron todos los buses y taxis del país –Nicaragua- al servicio de la movilización. Hoy en Costa Rica, cada quien llegó por su propia cuenta, a pesar de la oposición de Gobierno, todo su aparato y prácticamente toda la prensa y televisión comercial, a pesar de las presiones, las amenazas y la campaña del miedo. La movilización fue por cuenta de cada quien, por sus medios y sin miedo. Los comités patrióticos locales lograron que llegaran gentes de todos lados, y también de Talamanca, desde donde los representantes de los indígenas salieron en horas de la madrugada. Nadie los obligó o presionó, todo lo contrario.

Esa es una diferencia esencial.

Esa presencia de hoy en la calle, inmensa y única en toda la historia de Costa Rica (aunque la prensa trate de invisibilizarla), debe multiplicarse en las urnas en una semana, pues cada manifestante, convencido como para ir hoy contra todas las presiones, influirá sin duda en varios votos familiares o de amigos, en particular impulsado por la inmensa fuerza que significa haber estado hoy ahí presente en ese Paseo Colón abarrotado.

Un viejo amigo, científico social, quien también había hecho el mismo tipo de recorrido y observación –como corresponde-y que siempre se ha destacado por su ecuanimidad y cordura en sus opiniones, me dijo al final, cuando por casualidad lo encontré en medio de la multitud, ‘solo con fraude puede ganar el sí’, y le dije, ellos ni siquiera intentaron movilizar a su gente.

Solo quería dejar este testimonio.

Estemos atentos a lo que suceda en las urnas el día 7.

-30 set 07-