domingo, septiembre 23, 2007

And the waitress is practicing politics

Los asistentes, aunque se llamen con nombres distintos, como colaboradores o asesores, son al fin y al cabo eso, ayudantes, asistentes, aunque se hayan pasado la vida estudiando ciencias políticas. Aunque hayan estudiado bien, como lo demuestra la estructura, organización, especificidad y perspectiva del texto escrito, el tristemente famoso memo.
Casas nunca fue un ‘pega banderas’, ha sido un colaborador por muchos años, como lo dice en su “renuncia”. El país entero sabe de las presiones gigantescas para cortarle la cabeza de inmediato, es decir echarlo a los leones, que hubo en aquel consejo de gobierno toda la tarde y como fue protegido como se hace con un buen colaborador, y se impuso la táctica presidencial de los hermanos gobernantes: una renuncia simbólica, unas disculpas, una investigación absurda e inocua (ordenada por nuestro tribunal, quien a la vez rechaza el texto, de manera que al pecar y rezar, empató; lo que de paso hay que decir, refleja su conformación en las personas de los magistrados), para esperar un triunfo sustancial (como se ha predicho hasta antes del ‘efecto memorando’) y ya, todo volvería a la normalidad, dado que la investigación de auditoría demostrará que no se usaron fondos públicos, y entonces, el acto final sería una vuelta triunfal, con TLC aprobado, pues la exitosa estrategia que había sintetizado en el memo, y que es en buena medida su cosecha (fruto de tantos años ‘practicing politics’ ) había dado frutos, limpio de polvo y paja y con un gran futuro político, a la espera de la próxima campaña.
Pero el destino es un maricón (Sabina, claro) y el efecto inmediato ha sido el contrario, hay indignación porque los costarricenses han sido convencidos por décadas de que son muy valientes, inteligentes y cultos, y ahora les dicen que son unos estúpidos y timoratos: nadie cree en lágrimas de cocodrilo y todo mundo sospecha lo obvio, los firmantes nada más pusieron en blanco y negro una estrategia discutida, conversada, aceptada, asimilada, puesta en práctica por la cúpula y los empleados de las maquilas saben lo que es el miedo pues sus patrones se lo han hecho sentir clarísimo con amenazas directas. Pero además, los datos recientes –encuestas, focus, etc.- no son ya tan seguros y las reacciones abrumadoras de los grandes jefes piden sangre, ellos perciben, como los césares, que el populacho está indignado. Incluso el jefe editorial de La Nación lo pide en su columna, ‘hay que dar un golpe de timón’, tienen que acercar a los extremistas politicastros de cara bonita que ven en el waitress un serio competidor, el ayudante se va, tiene que irse, para limpiar la cancha.
El otro no es un ‘pega banderas’, el otro es un pariente y con menos imagen, menos competencia, no es necesario que sea parte del acto efectista que se busca; es más político además, no es simplemente alguien que no tiene bases, ni redes, ni regidores, ni votos, no es un simple colaborador por muchos años, y solo faltan dos semanas para el referendo.
Es un momento álgido, la percepción generalizada de los sectores medios urbanos educados es que Casas está siendo sacrificado para ocultar lo que todo mundo sabía y que su capacidad de síntesis fue aplaudida por más de un mes, hasta que se hizo pública con su firma. Fue una apuesta muy riesgosa; si no se firmaba entonces el mérito, los créditos, podrían diluirse en una mezcla de liderazgos y decenas de esforzados colaboradores de muy alto nivel, incluidos todos los diputados y ministros que se creen presidenciables.
Pero esos sectores medios urbanos, muy ticos, ahora masivamente votarán no. Los empleados que están siendo amenazados y llevados en grupos a las reuniones donde les hable el Presidente se sienten utilizados, ahora con el efecto ‘memo’ bastantes votarán no. Los pobres de los barrios y los puertos no han recibido suficiente, no ha sido un clientelismo de manos llenas tan abrumador, no es claro qué harán el siete, pero muchos han reaccionado también contra el memo: no es lo mismo saber que uno es pobre a que vengan y le digan por escrito que por eso lo pueden usar y arriar o amedrentar, se sienten humillados. En dos semanas no parece que el daño sea reparable, la diferencia porcentual a favor del sí que se percibía y la campaña del miedo, etc., contribuía a fortalecer parece que se ha hecho muy pequeña o más aún, se ha convertido en una diferencia importante a favor del no. En una semana más, una marcha multitudinaria de masas indignadas con los huecos de las calles, los atrasos en las licencias, los aumentos de los precios de la gasolina, la vida en medio del barro cada vez que hay una llovizna, similar a la que derribó el combo años atrás, pero ahora con carteles del NO es la que podría de una vez cambiar en forma sustantiva el resultado ocho días después.
El pan se habría quemado en la puerta del horno y ahora los mesiánicos gobernantes (ya no solo los colaboradores estudiosos de la política) y sus parientes tendrían que pagar la factura, la que será cobrada –de eso no hay duda- con altos intereses.
El resultado final ya no es tan claro, dependerá de detalles de última hora, de pifias o incapacidad para aprovechar los errores, o del transporte y la movilización final.
El momento es clave, ahora los dirigentes del no pueden cosechar sin que siquiera hubieran tenido una estrategia ni lejos tan precisa y preciosista como la que expresa el memo y escribió el queridísimo y respetadísimo colaborador, que perdió la cabeza por firmar y ahora estará sufriendo o disfrutando la soledad de los excluidos y perdedores.

Yes they’re sharing a drink they call loneliness
(Joel, –obviously-)

Manuel Argüello-Rodríguez
23 de setiembre del 2007