lunes, octubre 25, 2010

TIERRA DE NADIE… ¡me la apropio!

Durante el período final de la guerra revolucionaria en la parte sur de Nicaragua, los llamados ‘terceristas’ iniciaron la conformación de un ejército más formal, menos guerrilla, cuando ya tenían varios años de prácticamente dominar gran parte de la franja al sur del Río San Juan, fronteriza con Costa Rica, y amplios territorios de la zona colindante costarricense. Había, muchos los sabíamos y los conocimos, campamentos y áreas de re-abastecimiento y hospitales de campaña en, por decirlo de alguna forma, ‘los dos lados de la línea divisoria internacional’. Eran zonas de montañas o charrales con viejas fincas semi-abandonadas, con poca población muy dispersa. No había, no obstante, casi nunca la hubo, presencia policial o administrativa del gobierno costarricense.

Tachito se quejaba por acciones irregulares armadas desde el extranjero y el gobierno costarricense las negaba a pies juntillas, aunque eran obvias para la población de los cantones limítrofes y conocidas de muchos periodistas y gente ‘informada’. El nuevo ejército que se estaba constituyendo necesitaba armas de verdad y ellas llegaron desde el lado de Costa Rica, en aviones que aterrizaban en diversos aeropuertos, ‘no clandestinos’, con tolerancia del gobierno nacional. Desde la perspectiva costarricense, las milicias del FSLN en el ‘Frente Sur’ constituyeron la primera línea de defensa militar que tenía el país ante las amenazas crecientes de Somoza. El gobierno costarricense contaba también con el apoyo político, diplomático y militar de los presidentes de Venezuela y Panamá, pero las armas para los irregulares llegaron de muchos lados, en cantidades y tipos muy variados.

Tolerancia fue también lo que tuvo la siguiente administración cuando, luego del triunfo sandinista en 1979, se inició la guerra contrarrevolucionaria, tanto desde Honduras como desde Costa Rica, aunque desde aquí en mucho menor grado. Muchos sabrán que entonces los aviones descendían en aeropuertos más pequeños y un poco más encubiertos, en fincas de gentes muy conocidas, algunas extranjeras y beligerantes en temas políticos. Igual que en la anterior administración, gran parte de la tierra costarricense que se había cedido a la lucha armada contra el gobierno dictatorial de Somoza, se le cedió también a la lucha armada contra el gobierno presidido por Ortega. La guerra de la ‘contra’, desde el sur, también usó grandes franjas de tierra de la margen derecha del Río San Juan y tenía por ahí sus corredores seguros y recibía abastecimiento y armas, todo ello, sin que interviniera para evitarlo ninguna autoridad del gobierno costarricense; incluso, después de haber declarado la ‘neutralidad perpetua’.

En los 20 años siguientes a la derrota electoral de los sandinistas (1990), hubo varios intentos de impulsar proyectos y programas binacionales limítrofes. Algunos centrados en la protección ambiental y otros en inversiones, e incluso en investigación de temás más amplios vinculados a las necesidades de desarrollo regional incluyendo aspectos culturales e históricos junto a los geográficos, hidrológicos o biológicos.

Algunos de estos proyectos tenían fuerte componente académico y apoyos financieros externos o de organismos multinacionales. Sin embargo, ninguno ha logrado consolidarse y tener impactos significativos en la zona fronteriza del San Juan como un todo, aunque quizás ahora se pueda decir que se conoce más la zona y habrá algunos impactos puntuales.

Es obvio que los gobiernos nicaragüenses, de diversas propuestas políticas o ideológicas, lo mismo que los gobiernos costarricenses, han tenido una actitud más bien de abandono; esto a pesar de que se ha dado mucha alharaca con las acciones ante la Corte Internacional y las disputas sobre derechos de navegación, etc.

Nunca se ha puesto en marcha con profundidad un programa regional y ambiental de desarrollo binacional y de la cuenca, que permita impulsar inversiones y desarrollar actividades conjuntas gubernamentales o privadas para proteger y a la vez disfrutar de la inmensa riqueza paisajística y la biodiversidad, así como las opciones de tránsito.

Lo cierto es que la zona sigue siendo un área con exigua y dispersa población, que tiene tierras en concesión con escasa explotación y amplias áreas de conservación, las que tampoco reciben la atención mínima adecuada. Ha sido selva poco cuidada, con montaña que presenta talas por un lado y otro, la mayoría ilegales; invadida desde tiempos coloniales por todo tipo de aventureros, salteadores o saqueadores, tanto desde el Caribe como desde el gran lago, el legendario Cocibolga.

Siglos atrás, fue sitio de ocupación, temporal u ocasional, de piratas y colonialistas europeos de muy diversas nacionalidades e inspiró proyectos quiméricos y fantasías sobre riquezas exuberantes. Los españoles construyeron el ahora llamado ‘castillo viejo’ y batallaron por el control del acceso al gran lago con relativo éxito por décadas. Durante la ‘campaña nacional’ fue escenario de las batallas por la ‘vía del tránsito’ –el Río San Juan-, que era esencial para el abastecimiento de las fuerzas filibusteras.

Sin embargo, los pobladores de sus riberas desde entonces siguen viviendo en extrema pobreza, pescando tiburón y otras especies menores en las barras, los caños y las lagunas aledañas, o sembrando lo básico para la auto-subsistencia. Desde Colorado a la zona del Río Sarapiquí, todavía subsisten con algunas actividades turísticas de escaso desarrollo y muy dispersas, prácticamente siempre, en el límite de la subsistencia. Esto, con excepción de algunas actividades de pesca deportiva y turismo más organizado en hotelería de pequeña escala con orientaciones eco/turísticas emprendidas en los últimos años.

Más recientemente, ha sido un sitio de escondite y tránsito para narcotraficantes y contrabandistas de toda especie y hasta tema de novelas. En la zona se ha traficado, por muchos años, con las armas que permanecen en buzones de la época de guerras. Últimamente, se han ido consolidando mafias organizadas que controlan el tráfico de armas, de drogas y de personas, de norte a sur y del Caribe a las zonas de distribución, vía Río San Juan. También se ha traficado con gasolina y víveres desde los poblados costeros costarricenses pues los inmensos humedales casi desiertos son perfecto sitio para ocultar embarcaciones y mercancías ilegales.

En los últimos años, se han puesto en marcha algunos proyectos de gran escala (que vienen planteándose desde mucho tiempo atrás), proyectos que el gobierno nicaragüense busca consolidar en su territorio: el río San Juan y su margen izquierda. Estos proyectos debieron, desde un inicio, coordinarse y ser objeto de búsqueda de información en detalle; de exigencia, por parte del gobierno costarricense, de la aplicación de la legislación internacional y los tratados. Lamentablemente, no se hizo y el actual gobierno ha seguido las pautas de los anteriores, dándole la espalda al río y a la población costarricense que trata de sobrevivir a duras penas en su margen derecha, en Costa Rica, pues. Peor aún, dándole la espalda a las inmensas oportunidades y potenciales que podría tener el desarrollo de la región norte y la cuenca del San Juan con sus ríos tributarios desde Costa Rica.

Estos grandes proyectos deberían, necesariamente, ser de carácter binacional y bajo control gubernamental. Si un gobierno decide ir por su cuenta en su territorio, el vecino deberá estar vigilante e informado de todos sus extremos, así como de las consecuencias que pueda darse en su espacio nacional y los impactos que tenga sobre su población. Esto, sobretodo, por lo increíblemente frágil que es el hábitat regional, con grandes humedades y llanuras en la cuenca del Caribe, que recibe grandes ríos de montaña de un país y desagua al gran lago del otro país, así como el impacto de huracanes y tormentas tropicales reiteradamente.

La escamaruza de los últimos días, entonces, con la pequeñez e insignificancia que tiene, debe ponerse en ese contexto de abandono oficial y ocupación irregular, de gentes dispersas y escasa intervención, con seguridad cero en prácticamente toda la cuenca baja del San Juan y la zona de su desembocadura que ocupa amplias áreas de los dos países por la importancia del caudal del Río Colorado, que es enteramente costarricense.

No se trata entonces de recordar frases altisonantes como aquella de que la ‘soberanía se defiende con las armas en la mano’, que es muy nicaragüense; o la más autóctona de pretender hacer que los labriegos sencillos deban ‘la tosca herramienta en armas trocar’ que cantamos en el himno nacional. No se trata de soberanía sino de abandono.

Es de estúpidos recurrir a juicios xenofóbicos o nacionalistas a ultranza, desconociendo la historia, la economía y la cultura regional.

En este contexto de abandono por siglos, hay que tener presente que el señor Pastora es un personaje histórico de la región fronteriza, nacionalizado costarricense, que lideró en parte la ocupación del Frente Sur sandinista y luego la ocupación de la contrarrevolución. También fue empresario pesquero y de otros tipos de tráfico, en toda la zona a lo largo las dos márgenes del San Juan y durante las últimas tres décadas.

El señor Pastora podrá ser semi-analfabeto, vociferante y bufón político, podrá decir que otros no conocen los tratados de límites y resoluciones de cortes internacionales; todo para sacar una sonrisa de quienes saben que es el señor Pastora quien no las entendería.

El señor Pastora, no obstante, conoce con el mayor detalle toda la zona fronteriza y las dos márgenes del río, y sabe perfectamente dónde es territorio nica o territorio tico. Ahí ha vivido décadas, ha negociado y ha combatido, recorriendo las trochas y los trillos, los caños y los riachuelos, es conocido y conoce a la gente y debe haber tenido negocios con decenas de pequeños empresarios de los dos países por muchos años.

El señor Pastora sabe perfectamente que durante más de 30 años esa zona ha sido tierra de nadie y que cuando ha querido, siendo de la oposición a los gobiernos, ha dicho, me la apropio y lo ha conseguido…

Se habrá dicho, con su proyecto gubernamental, ¿por qué no ahora?