sábado, octubre 27, 2012

Desastres, Riesgo y Cambio Climático


Poco más de 20 años atrás se inició en todo el continente – básicamente un grupo pequeño de profesionales de diversas disciplinas- con el reto de superar la idea de que los desastres eran ‘naturales’ y también superar una perspectiva centrada en la emergencia y su atención,  para platear como se desarrollaban procesos complejos de construcción social del riesgo.  Procesos que incluyen una gran diversidad de amenazas (incluidas las relacionadas con eventos naturales) que actúan simultáneamente y en muchos casos articuladas y mutuamente condicionadas. 
Se cuestionó la forma en que la humanidad había llegado a concebir su relación con el resto de la naturaleza y específicamente como, durante los últimos siglos, el impulso del criterio de la ganancia (o la supervivencia en extremo) tenía como elemento definitorio una aproximación depredadora, contaminante y despilfarradora, así como consumista,  sin tomar en cuenta las consecuencias sobre los procesos de la tierra y la biodiversidad.
Años después, los estudios relacionados con el ambiente y el clima introdujeron, aparte de la diversidad climática y los estudios sobre los modificaciones estacionales (o de fenómenos como el ENOS), el tema del ‘cambio climático’ inducido por la acción contaminante y depredadora de origen humano que, eventualmente –según modelos sobre futuras consecuencias- también sería un aspecto esencial en la ocurrencia de eventos climáticos que inducirían la ocurrencia de desastres.  Esto claro, siempre en función de los procesos sociales de construcción de riesgo, en este caso de riesgo vinculado con las consecuencias eventuales del cambio climático en proceso.  Así, las acciones que modificaran las tendencias depredadoras en general y las acciones sociales constructoras del riesgo de desastres deberían incluir, como un elemento importante a considerar en cada caso, las posibles consecuencias de la incidencia que podría tener el cambio climático, según los modelos que se diseñaron a propósito.
Las políticas, planes, programas y tareas diseñadas para la reducción del riesgo de desastres deberían incluir una área, todavía no bien conocida y más bien en perspectiva de futuro, que buscaba analizar y paliar sus consecuencias agravantes de procesos de conformación de riesgos de desastres de muy diversos orígenes, incluidos los vinculados con la variabilidad climática y las conocidas y muy estudiadas modificaciones estacionales que ya, desde muchas décadas atrás, eran parte de las acciones hacia la reducción o mitigación de los desastres, en particular aquellos de alto impacto y fuerza destructiva a los que se vinculaban inmensas pérdidas anuales, tanto humanas como económicas.  Así se llegó a la conclusión de que los desastres no eran obstáculos para el desarrollo, sino más bien, una realización de la falta de desarrollo o la preminencia del crecimiento económico sin tomar en cuenta elementos esenciales del desarrollo humano y sus impactos en la naturaleza, sin percatarse de las consecuencias de la contaminación y depredación extrema.

Este proceso, el de la concepción del riesgo de desastres como un proceso complejo, social y relacionado con múltiples formas de amenaza, sin embargo, es poco conocido a pesar de las múltiples publicaciones, artículos y libros, redes de discusión o foros, conferencias y declaraciones múltiples producto de encuentros, cursos y posgrados que se realizan en todo el planeta permanentemente desde hace al menos tres décadas.
Con la amplia divulgación y financiamiento relacionado con el fenómeno denominado 'Cambio Climático' (CC), como tema esencial de la vida y la política contemporánea, se centra la acción de múltiples grupos, organizaciones y expertos o ‘gurús’ en lo que se asume serían impactos posibles del CC y se empieza a atribuir al CC y confundir con impactos del CC una gran diversidad de procesos de conformación de riesgos de desastres vinculados con fenómenos naturales asociados al clima (tormentas, huracanes, ENOS, etc.) y se llega al extremo de confundir políticas y planes o programas de reducción de riesgo, con los relativos a la adaptación necesaria a los impactos proyectados del CC, al margen de que este pudiera evitarse progresivamente mediante cambios en las acciones humanas que, en primer término, serían las que provocan su surgimiento y consolidación.

En años más recientes es muy común que todo el tema de desastres se intente reducir a las percepciones, reales o fantásticas del 'Cambio Climático', sin que muchos se tomen la tarea de determinar en detalle cuáles son los hallazgos y las condiciones precisas encontradas o proyectadas del CC para las próximas décadas o siglos, y diferenciarlas de las múltiples, variopintas y harto divulgadas 'leyendas urbanas' sobre el CC.  De hecho es normal que en foros y grupos se comente sin ambages y por igual, como si fueran lo mismo, temas de lo relativo al clima en general y (lo que debería ser particular) de (las proyecciones) sobre consecuencias del CC.
No se trata de un problema teórico o abstracto, sino de una falta de profundidad y precisión en el análisis de procesos, un reduccionismo del todo a una parte, como 20 años atrás se tenía en relación con los desastres y la emergencia, haciendo caso omiso del riesgo.

jueves, octubre 18, 2012

Camelia La Bandida

Camelia La Bandida, el ‘temblor de tierra’, movía sus caderas de manera furiosa, como la 'sabinera' que derretía el hielo de los tragos. Trabajaba, la casi adolescente mulata, en una vieja casona de madera, grande y esquinera, localizada en el Alto de Guadalupe, sobre la calle principal de Ipís, donde ahora hay una iglesia misionera de alguna secta de barrio con algún nombre como Redención, o Sanidad Divina, o Manantial de Vida.

Era el final de los años sesentas y con mis compañeros de colegio asistimos una noche de invierno al espectáculo, atraídos por nuestra también furiosa adolescencia y la recomendación de los más osados, que la habían descubierto.

Bailaba desnuda y se movía por entre las mesas manchadas y con manteles de papel, en una semi oscuridad húmeda. Sonreía pícara entre el humo de cigarrillos, los aplausos y los gritos de los parroquianos, particularmente los mayores, que elevaban sus tragos y gritaban alabanzas a esa, la negrita del día que no se podía tocar, mientras los colegiales casi guardábamos prudente silencio. Era electrizante y penetraba con la enorme fuerza de sus negros ojazos las pupilas deslumbradas y dilatadas de sus devotos y lo sigue haciendo después de más de cuatro décadas.

lunes, octubre 15, 2012

BIEN VIVIR: una noción con dos raíces

No siempre diversidad de culturas y de historias implica diferencias profundas en concepciones y principios, no siempre se conocen las raíces que procesos históricos de larga data han tenido o cómo categorías distintas se parecen en su esencia. Muchas veces las raíces del mundo europeo y su legado histórico se contraponen como irreconciliables con las nociones originarias de otras culturas, y en particular de la cultura prehispánica de nuestro continente. Muchas veces la trayectoria de nociones esenciales nos lleva llamar de distinta manera ideas esencialmente afines y en pocas ocasiones nos encontramos que nociones equivalentes, con orígenes e historias muy distintas, han tenido también contenidos muy similares o casi idénticos.

Bien Vivir es una categoría de la que se puede sostener que tiene una raíz europea muy antigua, pues se le atribuye ni más ni menos que a Aristóteles. Bien vivir es “eudaimonía”: buen (“eu”) “daimon”, buen hacer y saber, la felicidad que es la máxima aspiración humana que se confunde con la virtud, es estar contentos, dichosos, llevar una vida agradable vida noble y mesurada.

Pero por otra parte el Bien Vivir también tiene profundas raíces en diversos pueblos originarios del continente, aparece con distintos lenguajes en los planteos esenciales de variados pueblos prehispánicos, que aspiraban a un bienestar que no sería simplemente el económico. Los pueblos Aymara aspiraban a ser qamiris (personas que viven bien), los Quechuas anhelaban ser un qhapaj (gente que vive bien), los Guaraníes buscaban ser personas en armonía con la naturaleza, es decir que espera algun día ser iyambae.

Bien Vivir es una condición dónde los seres humanos en comunidades se proponen apoyarse y alcanzar como colectivo el bienestar en un sentido amplio, que incluye las condiciones básicas materiales, pero que busca un horizonte mucho más integral, que busca la felicidad humana en armonía con la naturaleza a lo largo del tiempo.