lunes, noviembre 25, 2013

clientelismo electoral se resquebraja


El clientelismo partidista que ha sido la esencia de la estructura electoral del país por muchas décadas se ha ido destruyendo a sí mismo.

Las disputas en las elites partidarias y sus reiterados intentos de controlar las asambleas mediante triquiñuelas y compromisos múltiples, contradictorios e incumplibles, ha ido rompiendo el vínculo esencial: los nodos que estructuran la cadena, los ‘líderes posicionales’ que atienden las peticiones de sus clientes y las hacen llegar a sus superiores en la cadena.

Pequeñas cúpulas pretendidamente omnipotentes quitan o ponen, reparten o comprometen puestos y empleos, desconociendo los méritos hechos en los niveles intermedios o bajos de la estructura. Con el tiempo ser amigo o del grupo de ‘alguien’ de la cúpula se fue haciendo más importante que mover los votantes del barrio y conseguir los carros o ser ‘jefe de manzana’ y organizar los piquetes o salir con su gente a llenar los buses para ir a la plaza pública. 

La campaña televisiva y de otros medios, la pretendida omnipotencia de viejos caudillos (que fueron cayendo de su pedestal, por la corrupción excesiva y la confianza desmedida en su impunidad) fue cambiando el peso relativo de los dirigentes intermedios o líderes posicionales en la cadena clientelista, la estructura electoral que llevaba a los candidatos de síndicos a hipotecar sus casas para conseguir votos en su barrio. 

Ahí, en la base del síndico y regidor municipal, en la estructura electoral de ‘la distrital’ y ‘la cantonal’ se asentaban los votos seguros, los fijaban la línea base para pensar que un número predeterminado de puestos eran ‘elegibles’ en los concejos municipales  y la asamblea legislativa.  Todo ello, claro, adobado con la deuda política y los puestos de gobierno, juntas, embajadas o empleos de maestros, policías y las supernumerarias nóminas de las instituciones públicas.

El cambio de fechas en la votación para alcaldías y la correspondiente nacional y de diputados ayudó también a quebrar esta estructura: no hay que esforzarse demasiado para la nacional si lo que interesa es llegar a regidor o alcalde, no hay que pedir el voto para un diputado que no atiende las demandas desde la alcaldía, no hay que apoyar a una cúpula nacional que impone a un candidato a diputado que perdió en las distritales y cantonales.

Hay un proceso de redefinición de la estructura electoral, un deterioro de lo que ha sido por décadas  sin que se esté construyendo o ni siquiera diseñando otra distinta… mientras tanto las candidaturas siguen siendo a dedo o por negociaciones en las cúpulas, nombrando parientes o amigos cercanos e incondicionales, como si nada pasara.

 
Habrá en tales condiciones un aumento de la abstención y un ejecutivo débil con una asamblea legislativa partida en muchas partes.