Los movimientos sociales del SXXI han sido influenciados
notablemente por la tecnología de punta
y sus precios, la economía en crisis y la reorganización de la
geopolítica a escala global, incluyendo el surgimiento abrumador de los grupos
islamistas con sus modernos ejércitos y su capacidad organizativa y uso de esas
tecnologías para superar las barreras de los estados nacionales del SXX y las
fronteras impuestas por los triunfadores
la segunda guerra mundial 70 años atrás.
Mientras durante el SXX predominaron los movimientos
sociales en el área sindical/laboral y fueron la base de las revoluciones
previas a la guerra mundial, durante el período de la guerra fría surgieron
otras diversas formas de organización y lucha social, particularmente en los
países del llamado Tercer Mundo. Aparte de los movimientos anticoloniales y
contra el racismo, que dieron pie a luchas guerrilleras y luchas
independentistas en vastas zonas de África y Asia, surgieron también nuevas
formas de organización popular donde predominaron las luchas campesinas por
tierra y contra la represión militar, muchas de ellas vinculadas a movimientos
guerrilleros y la inmensa lucha por vivienda y tierra para habitar, que
transformó y reconstruyó el espacio urbano en la mayoría de las ciudades,
incluyendo las principales capitales de Asia, África y Latinoamérica, que
cambiaron su apariencia y paisaje con sus favelas, callampas y tugurios o
villas miseria autoconstruidas o viejas zonas de las grandes capitales ocupadas
por los más pobres.
En todos los casos hubo siempre una inmensa presencia de las
nuevas generaciones, pero no debe ello minimizar la acción específica y propia
de los movimientos juveniles y estudiantiles, algunos más contestatarios,
revolucionarios y anti/dictaduras o antiguerra/pro paz, y otros más
comprometidos con la colaboración para construir el hábitat urbano o la
solidaridad social con los más pobres y tratando de impulsar propuestas
políticas no violentas.
El SXXI ha visto el surgimiento de nuevos e inmensos
movimientos populares, no ya en los países más pobres de Asia, África o Latinoamérica
sino en Europa, el norte de África y medio oriente, (como las llamadas ‘primaveras
árabes’), que luego de la caída de la URSS y la reconstrucción del mapa europeo
se organizaron con base en una nueva generación de jóvenes nacidos no ya en la
posguerra, sino después de la guerra fría y la caída del muro de Berlín, la
generación de los 90s.
Esa nueva generación, que es la generación de las redes
sociales y el video junto al teléfono móvil y conectado a internet irrumpe como viento
fresco en la escena mundial y se convierte en una muestra variopinta de grupos
contestatarios de múltiples formas, propuestas e ideas o principios, ideologías
o religiones o expresiones culturales.
No es un movimiento social, sino múltiples, que tienen en común el uso
organizacional del video inmediato y la televisión vía teléfono móvil, pero
también una cierta ambigüedad política, ideológica y social.
La participación social entendida como en la posguerra ha dado
paso a grandes movimientos de masas que no son dirigidos por partidos políticos
del SXX, sino que se conformar grupos, alianzas y redes (incluso de escala
mundial) y movimientos de múltiples orígenes, alianzas estratégicas variopintas
y desafíos que van mucho más allá de las reivindicaciones materiales, y se
plantean de nuevo la libertad y el cambio radical, pero sin que los una
específica utopía política como las de principios del SXX, tanto en la lucha
por la subsistencia o la lucha por obtener vivienda y un sitio o espacio en el
planeta para poder habitar dignamente, como en las luchas político/económicas
por construir nuevos espacios de promoción social integrados, donde tienen una
inmensa presencia las luchas por los derechos humanos y el respeto a la
diversidad y los derechos de las mujeres, los grupos LBGT o las minorías étnicas
o culturales.
El movimiento social no es simplemente una expresión de
repudio a lo establecido y el poder tradicional de tipo político a escala de
los Estados Nacionales, sino una inmensa mezcla de acciones, algunas
coordinadas y muchas espontáneas que vuelven a rescatar valores fundamentales
de la humanidad, como la libertad y la democracia, pero en un sentido amplio,
no solo en términos electorales, sino con más altos grados de participación y
con la conducción de esas generaciones nacidas después de la guerra fría.
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