Cavilando en la hamaca:
...otro gran ausente en los programas de gobierno.
Siendo un país altamente sísmico, lindando con grandes placas tectónicas en inmensos procesos de subducción y un territorio lleno de innumerables fallas locales; localizados en un istmo en medio de dos grandes océanos y sus eventos hidro/meteorológicos, en particular, claro, la temporada de huracanes o... procesos como El Niño; afectados por la variabilidad climática anual y los procesos de erosión costera relacionados con las grandes corrientes y cambios marinos; con una latitud de tan solo 10 grados norte, con más de diez volcanes en la cordillera que atraviesa el país entero de noroeste a sureste, desde donde las lluvias torrenciales bajan raudas de las faldas volcánicas a pocas decenas de kilómetros de las llanuras costeras y sus inmensos humedales o planicies inundables… y demás… pues evidentemente es este un país donde el simple habitar/producir, en cualquier sitio, implica riesgo de desastres en grado sumo.
No obstante, y recordando que se vive en la segunda década del Siglo XXI, el habitar en forma segura y la tecnología de la construcción adecuada a las circunstancias geológicas, geográficas o meteorológicas, no es un problema irresoluble; al contrario, hoy se puede construir inmensos aeropuertos internacionales en islas artificiales o la estación espacial internacional.
En consecuencia, da pena cuando no rabia, que todavía no haya un plan nacional derivado de una política nacional relacionado con el riesgo de habitar y una estructuración institucional que supere, pero YA (mejor ayer) a la básica atención de emergencias (no digo ‘simple’ porque no es simple la respuesta a emergencias, sino normalmente ardua, difícil y hasta heroica).
Si hay por ahí algunos planes y propuestas generalistas de política, vinculadas con documentos centroamericanos que no se han instrumentalizado y menos aplicado; pero no se ha diseñado y construido ni la política, ni los planes, ni los instrumentos y menos la articulación institucional que tome en cuenta las condiciones de partida (resumidas en el primer párrafo) y los procesos ya centenarios de transformación humana de esas condiciones a escala nacional, dado que tenemos más de dos millones de habitantes en el valle central y otros tres dispersos por las llanuras costeras y las faldas volcánicas. Ni siquiera existe un plan nacional de comunidades en alto riesgo y los planes de gobierno no vislumbran el diseñarlo, realizarlo o implementarlo y financiarlo.
Los planes de gobierno no contemplan, ni discuten en profundidad y con mínima seriedad, esta realidad cotidiana vinculada con la prevención y la organización institucional requerida para orientar el proceso permanente de habitar y producir, con una perspectiva mínima de cuenca/cordillera y un enfoque ambiental/regional que comprenda y reduzca en sus diversas escalas el riesgo de desastre y en correspondencia, la emergencia, la rehabilitación y la reconstrucción cuando los eventos destructivos provocan daños y pérdidas de todo tipo.
Mientras tanto… la CNE sigue ahí recibiendo regañadas de la CGR y los partidos políticos, todos, sí TODOS… bien gracias.
...otro gran ausente en los programas de gobierno.
Siendo un país altamente sísmico, lindando con grandes placas tectónicas en inmensos procesos de subducción y un territorio lleno de innumerables fallas locales; localizados en un istmo en medio de dos grandes océanos y sus eventos hidro/meteorológicos, en particular, claro, la temporada de huracanes o... procesos como El Niño; afectados por la variabilidad climática anual y los procesos de erosión costera relacionados con las grandes corrientes y cambios marinos; con una latitud de tan solo 10 grados norte, con más de diez volcanes en la cordillera que atraviesa el país entero de noroeste a sureste, desde donde las lluvias torrenciales bajan raudas de las faldas volcánicas a pocas decenas de kilómetros de las llanuras costeras y sus inmensos humedales o planicies inundables… y demás… pues evidentemente es este un país donde el simple habitar/producir, en cualquier sitio, implica riesgo de desastres en grado sumo.
No obstante, y recordando que se vive en la segunda década del Siglo XXI, el habitar en forma segura y la tecnología de la construcción adecuada a las circunstancias geológicas, geográficas o meteorológicas, no es un problema irresoluble; al contrario, hoy se puede construir inmensos aeropuertos internacionales en islas artificiales o la estación espacial internacional.
En consecuencia, da pena cuando no rabia, que todavía no haya un plan nacional derivado de una política nacional relacionado con el riesgo de habitar y una estructuración institucional que supere, pero YA (mejor ayer) a la básica atención de emergencias (no digo ‘simple’ porque no es simple la respuesta a emergencias, sino normalmente ardua, difícil y hasta heroica).
Si hay por ahí algunos planes y propuestas generalistas de política, vinculadas con documentos centroamericanos que no se han instrumentalizado y menos aplicado; pero no se ha diseñado y construido ni la política, ni los planes, ni los instrumentos y menos la articulación institucional que tome en cuenta las condiciones de partida (resumidas en el primer párrafo) y los procesos ya centenarios de transformación humana de esas condiciones a escala nacional, dado que tenemos más de dos millones de habitantes en el valle central y otros tres dispersos por las llanuras costeras y las faldas volcánicas. Ni siquiera existe un plan nacional de comunidades en alto riesgo y los planes de gobierno no vislumbran el diseñarlo, realizarlo o implementarlo y financiarlo.
Los planes de gobierno no contemplan, ni discuten en profundidad y con mínima seriedad, esta realidad cotidiana vinculada con la prevención y la organización institucional requerida para orientar el proceso permanente de habitar y producir, con una perspectiva mínima de cuenca/cordillera y un enfoque ambiental/regional que comprenda y reduzca en sus diversas escalas el riesgo de desastre y en correspondencia, la emergencia, la rehabilitación y la reconstrucción cuando los eventos destructivos provocan daños y pérdidas de todo tipo.
Mientras tanto… la CNE sigue ahí recibiendo regañadas de la CGR y los partidos políticos, todos, sí TODOS… bien gracias.