Relación de hechos
Fecha: 28 de diciembre.
Sitio: Isla Damas, Parrita.
18 horas
a. Los vecinos se reúnen al confirmar que se han dado varios pequeños robos en casas de la zona ‘residencial local’ –según definición del antiguo Plan Regulador de 1991-. Discuten diversas explicaciones y dada la hora en que las casas estuvieron solas y los antecedentes de algunas personas que han llegado recientemente a la isla, se sospecha seriamente de un joven, ‘masculino’, que ayer no tenía dinero y hoy, a media tarde, estuvo invitando a tomar tragos a varios amigos en El Cocal y ahora, se supone, estaría durmiendo la borrachera en su rancho.
b. Se confirma que los robos fueron al menos en dos casas donde rompieron ventanas y lo robado, según se sabe a esta hora, en la casa de don José es: dinero en efectivo, unos 30 mil colones, que le pagaron por adelantado por el alquiler de una cabinita para estos días festivos, una lamparita de pared que pensaba poner en el corredor y una cajilla de cervezas, que había comprado para venderle a los visitantes. Lo de las otras casas no se sabe claramente pues los dueños no han llegado.
c. En días pasados, se habían perdido algunas herramientas y utensilios en varias casas de la vecindad, así como en la escuelita local. Siempre en cantidades pequeñas y relativamente fáciles de llevar y de vender.
d. La conversación lleva a la propuesta de acciones: primero ir al rancho a verificar si el sospecho continúa ahí. Si estuviera, entonces interrogarlo, pero primero traerlo amarrado al ranchón del patio de los Salas, dónde se reúnen ya varias familias para recabar información y dónde todos opinan y se muestran indignados pues obviamente es un ‘gato casero’ el responsable de todos los robos de los últimos días del año.
e. Alguien propone también traer a la policía, pero lo han intentado y nadie contesta en la delegación más cercana de la ‘policía de proximidad’, queda a cinco kilómetros en el centro de Quepos. Igual, habría que ir por la playa en el cuadraciclo, con carreta, a traerlos desde el embarcadero de El Cocal, y pagar el taxi que los llevaría hasta el embarcadero, así como la lancha que da servicio en el estero, pues no tienen transporte en absoluto. Si no es así, no vienen, punto.
f. Se decide ir por el sospechoso, para ello se prepara un mecatillo o cuerda nailon de la que se usa para tendederos, se asume que estará muy borracho y difícilmente podría ni siquiera caminar, pero es mejor amarrarlo ahí en su camastro –y ojalá dormido-, para evitar sorpresas, como que salga corriendo o se defienda con el machete.
g. Todos están muy resentidos pues, al sospechoso lo trataron bien cuando llegó días atrás. Le dieron comida y le repararon un ranchillo, medio abandonado, para que hiciera su ‘chante’; también le ofrecieron trabajos, pero no parecía ser una buena idea, pues normalmente se la pasaba picado desde la mañana, y cuando no, pues con una inmensa goma y se pasaba todo el tiempo quejándose.
19 horas
a. Doña Rosita, esposa de Don José y pariente lejana del sospecho, muy enojada, decide que ella irá personalmente por el borracho ‘presunto’ ladrón, lo que aprovechará para sacarse algo de su disgusto; ya que lo sucedido también le ha subido la presión a su marido, quien está demasiado sofocado como para ir por el borracho. Otros primos lejanos, aunque también están un poco picados, la acompañarán.
b. Se envía un güila en bici a avisar a la casa de la maestra y el maestro, que son pareja (el ‘maestro’ no trabaja en la escuela o en educación, pero como es el marido de la maestra, todo mundo le dice así), para informarles de lo conversado y para que ayuden a llamar a la policía –con su influencia-, pues los vecinos piensan que es la mejor opción, aparte de confirmar que el sospechoso, es de verdad, el que hizo los robos.
c. Todos asumen que las invitaciones y la borrachera de la tarde fue pagada con los 30 mil que le robaron a los Salas: don José y doña Rosita, y que el producto de los demás robos también fue vendido en El Cocal o el centro de Quepos para pagar las juergas de fin de año.
d. Doña Rosita regresa con el borracho amarrado con el nailon de tendedero, al que traen casi alzado sus otros primos picados, y el sospecho insiste en negarlo todo, aunque vieron la lamparita robada en su rancho –la dejaron ahí para cuando llegue la policía-. Lo mismo hicieron con varias latas vacías de cerveza de la misma marca que las robadas. Del dinero en efectivo, nada. Todo mundo le grita y lo censura y lo regaña, aparte de que uno que otro también le da consejos y se escuchan los comentarios como: ‘es un ingrato pues Rosita le daba almuerzo gratis y hasta un traguito para sacarle las gomas’, o que ‘José se lo llevaba como ayudante, aunque no sirviera de mucho, pero para que por lo menos tuviera que caminar un rato y no se montara en la carreta’, y así...
e. Entretanto, el cuadra ya se oye alejarse en la oscuridad hacia la playa, con su carreta dando saltos, pues los maestros ya lograron –con su influencia- que vengan tres policías de Quepos y hay que ir por ellos cuanto antes. Se espera que pronto la señora maestra venga, para ver si con solo su presencia el sospechoso confiesa, incluido lo de los robos en la escuela, que es otra ingratitud –consideran todos-, ya que ahí van todos los güilas de ellos y eso no puede ser, ¡no puede ser!
20 horas
a. Los policías llegan en el cuadra de don José y se llevan al sospechoso hacia su rancho, todavía medio alzado, para hacer una ‘inspección ocular’, pero sin los vecinos para evitar una ‘contaminación de la escena sospechosa del ilícito’. Se lo llevan medio amarrado, pues nadie le volvió a apretar el mecatillo, en medio de los insultos, los consejos y la indignación general.
b. Al rato, regresan con el sospechoso ya confirmado como ladrón, sin el ‘presunto’, pues ‘aceptó la responsabilidad de los hechos denunciados’. Traen la lamparilla y saben que los treinta mil se gastaron en guaro que cruzaron con las birras ‘también obtenidas de forma ilícita por el masculino detenido’.
c. La maestra y otros vecinos ya han llegado para conversar con la policía, para denunciar otros supuestos delitos, y presionar para que se haga justicia, o al menos encierren por un buen tiempo al sospechoso para que no vuelva a la isla.
20 horas y treinta minutos
a. A unos ochenta metros del ranchón de los Salas, mientras el vecino de la cabaña del almendro dormita en su hamaca colocada en el corredor volao, escuchando los sonidos de la noche, poco después de que ha visto pasar unos policías en el cuadra verde de don José, lo interrumpe un griterío y unos agudos y electrizantes ‘ayees’.
b. En la lejanía parece escucharse a un hombre gritar ‘ayyy, no me peguen’, ‘aaayyy, ya no más’, ‘aayyy, perdón’…
c. La reacción inmediata fue levantarse para ver qué sucedía, pues nunca, en añales, se ha escuchado nada semejante, y se imaginó unos policías, que abusando de su autoridad, estaban apaleando algún pobre ciudadano honrado.
d. Los gritos terminan y casi de inmediato se escuchó el motor del cuadra alejarse hacia la playa, y al pasar por el camino se identifica a Wilmercillo –hijo de don José, quien sigue sofocado- quien va manejando y a tres policías sentados a los lados de la carreta y se nota un bulto, que el vecino asume es el pobre ciudadano tirado en el piso, pero sin ninguna queja o movimiento aparente, por lo que teme lo peor.
e. Casi exasperado por tales abusos policiales, decide llamar a doña Rosita para indagar sobre los sucesos recientes, y de comprobar sus sospechas, hacer las denuncias pertinentes ante los estrados atinentes para lo que corresponda, tanto en lo administrativo como en lo penal.
21 horas
a. Media hora después de escucharse los gritos, Doña Rosita le explica al vecino:
“Idiay no ve que llegó la maestra y le preguntó a los policías que ‘qué le iban a hacer al ladrón’, porque, idiay, ya estaba probado que Julián, que así se llamaba el sospechoso, era el ladrón. Y ellos le contestaron que se lo llevaban, pero que ahora era difícil conseguir un juez, así que de seguro, si había campo, lo dejaban detenido en Quepos, pero que a lo mejor lo soltaban al llegar con la advertencia de que no volviera a la isla. Entonces la maestra se puso furiosa y le dijo ‘o sea, no le van a hacer nada, lo llevan a pasear en carreta por la playa para que se le baje la borrachera y de paso le ahorran el camino hasta Quepos para que allá siga la fiesta; pues no, eso no se queda así. Si ustedes no lo castigan, yo sí, para que aprenda a no ser tan sinvergüenza’, y de un salto cogió un garabato que don José tenía por ahí colgado (y que usa para ayudarse a chapear los lotes que cuida) y agarró al borracho-ladrón confeso y le dio de garabatazos por la espalda y las piernas y todo lado, mientras éste trataba de taparse y dos policías se quedaban paralizados y el otro le rogaba a la maestra que se calmara, sin lograrlo claro, hasta que le quebró el garabato, del grueso de un palo de escoba, en la espalda y porque ya la maestra estaba a punto de desmayarse del colerón y la fatiga”.
b. Don José comentó. “Idiay, yo fui el único que perdí: los treinta mil pesos, la lamparilla, la cajilla de cervezas y el garabato”.
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