Pensó alguien el miércoles en la mañana al recordar mi nombre… y casi, casi, casi lo logra !
El rayo cayó directo sobre la ‘caja de fusibles’ de la oficina, con un ruido ensordecedor al explotar la caja y volarse media pared junto a diez tejas del techo de la cabañita. Sí ese, el bonito ‘techo encharralado’ con sus tomatitos y flores amarillas; pero no tocó el güitite, así que al rato los pájaros seguían con su habitual barullo, celebrando quizás el hecho de que ni una sola de las tres paredes de libros tuviera rasguño alguno.
Se achicharró, eso sí, el UPS (un ‘forza’ de los más resistentes del mercado) y todo el resto del equipo electrónico de la oficina: sí, la compu casi nueva con su pantallota de 22” y todo lo demás: teléfonos, impresora, ‘scanner’, parlantes, ‘modem’, inalámbrico y la luz de la mitad de la casa, junto con otros electrodomésticos como el video, tocadiscos, motor del portón, alarmas, etc.
‘Jueputasusto’ hubiera dicho Juanpiapio, quien a los 8 años era experto con la cerbatana, edad a la cual supe que nunca podría tocar trompeta; y de verdad, el estruendo, el humarascal y el cimbronazo fueron inquietantes, para decir lo menos. Metido en un cubo de madera y tejas de barro, fue como estar encerrado en el cajón de un limpiabotas y que un mae le diera un zapatazo con una bota de punta metálica.
Afortunadamente no estaba sentado en mi silla del escritorio, que está a menos de tres metros de la ‘caja de fusibles’, como acostumbro hacerlo todos los días en horas de la tarde, con el pie izquierdo puesto al lado o encima del UPS el ‘achicharrado’) mientras leo o escribo todo tipo de babosadas.
A esa hora, estaba felizmente en la otra cabaña, en el sillón esquinero de la sala, compartiendo un cafecito-conversado, y como a diez metros del impacto. Cero estrés, todo tuanis, pura vida, buena nota.
‘Jueputasuerte’, hubiera dicho otra vez el mismo Juan, quien a galillo pelao trasmitía partidos de fútbol, imitando a Luis Cartín Paniagua (así se presentaba siempre, con los dos apellidos, el Juanimitador), trepado en un palo ‘e cuajiniquil, mientras con Chago, Jose, Beto y Gelber jugábamos mejenga en la callecilla de la Hermenegilda.
Sin duda alguna, la negrita me protege, como a tantos ticos, y por eso apenas consiga unas buenas rodilleras de portero iré a subir la basílica y llevaré como exvoto un UPS de plata en miniatura. Las llevaré debajo de los jeans, claro, para evitar algún periodista acosador que me pregunte si me duelen las rodillas y no vaya a tener que responder con el típico: sisisi nonono, para eso entrené toda la semana, y bueno, Ella quiso que así fuera, todo el honor es para Ella, todo se lo debo a Ella, pero ahora esto ya es historia y hay que seguir trabajando…
En efecto, ya tres días después se ha repuesto la mitad de los chunches, tengo portón, teléfonos y tv, aparte de que ahora mismo don Wanerges, el electricista, está trabajando para que todo quede bien y pueda en los próximos días estrenar el nuevo equipo de oficina: obvio, una compu superchuzo ‘estayofdiart’ con todo y pantallota LED, como corresponde.
Tendrá que esperarse, esa persona mal-queriente, a que un tsunami monstruoso (como el soñado por el gallardo caballero) me pesque en la hamaca de la ‘cabaña del almendro’, o que finalmente se concreten las reiteradas predicciones: se hunda la Isla Damas o el mega terremoto de Nicoya coincida con alguna de mis visitas por la península para discutir los planes reguladores.
Yyy… bueno, me tocó uno de los 40 mil, ojalá me hubiera tocado una de las 80 mil, o mejor aún, unas de las once mil ¡!
MAR/11-09-10
1 comentario:
Qué experiencia!! La verdad que tuviste mucha suerte. Es como volver a nacer.
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