Poco más de 20 años atrás se inició en
todo el continente – básicamente un grupo pequeño de profesionales de diversas disciplinas-
con el reto de superar la idea de que los desastres eran ‘naturales’ y también superar
una perspectiva centrada en la emergencia y su atención, para platear como se desarrollaban procesos
complejos de construcción social del riesgo.
Procesos que incluyen una gran diversidad de amenazas (incluidas las
relacionadas con eventos naturales) que actúan simultáneamente y en muchos casos
articuladas y mutuamente condicionadas.
Se cuestionó la forma en que la humanidad había llegado a concebir su
relación con el resto de la naturaleza y específicamente como, durante los últimos
siglos, el impulso del criterio de la ganancia (o la supervivencia en extremo)
tenía como elemento definitorio una aproximación depredadora, contaminante y despilfarradora,
así como consumista, sin tomar en cuenta
las consecuencias sobre los procesos de la tierra y la biodiversidad.
Años después, los estudios relacionados con el
ambiente y el clima introdujeron, aparte de la diversidad climática y los
estudios sobre los modificaciones estacionales (o de fenómenos como el ENOS), el
tema del ‘cambio climático’ inducido por la acción contaminante y depredadora
de origen humano que, eventualmente –según modelos sobre futuras consecuencias-
también sería un aspecto esencial en la ocurrencia de eventos climáticos que
inducirían la ocurrencia de desastres. Esto claro, siempre en función de los
procesos sociales de construcción de riesgo, en este caso de riesgo vinculado
con las consecuencias eventuales del cambio climático en proceso. Así, las acciones que modificaran las
tendencias depredadoras en general y las acciones sociales constructoras del
riesgo de desastres deberían incluir, como un elemento importante a considerar
en cada caso, las posibles consecuencias de la incidencia que podría tener el
cambio climático, según los modelos que se diseñaron a propósito.
Las políticas, planes, programas y
tareas diseñadas para la reducción del riesgo de desastres deberían incluir una
área, todavía no bien conocida y más bien en perspectiva de futuro, que buscaba
analizar y paliar sus consecuencias agravantes de procesos de conformación de riesgos de
desastres de muy diversos orígenes, incluidos los vinculados con la
variabilidad climática y las conocidas y muy estudiadas modificaciones estacionales
que ya, desde muchas décadas atrás, eran parte de las acciones hacia la
reducción o mitigación de los desastres, en particular aquellos de alto impacto
y fuerza destructiva a los que se vinculaban inmensas pérdidas anuales, tanto humanas como económicas. Así se llegó a la conclusión de que los desastres no eran obstáculos para el desarrollo, sino más bien, una realización de la falta de desarrollo o la preminencia del crecimiento económico sin tomar en cuenta elementos esenciales del desarrollo humano y sus impactos en la naturaleza, sin percatarse de las consecuencias de la contaminación y depredación extrema.
Este proceso, el de la concepción del riesgo de desastres como un proceso complejo, social y relacionado con múltiples formas de amenaza, sin embargo, es poco
conocido a pesar de las múltiples publicaciones, artículos y libros, redes de
discusión o foros, conferencias y declaraciones múltiples producto de
encuentros, cursos y posgrados que se realizan en todo el planeta
permanentemente desde hace al menos tres décadas.
Con la amplia divulgación y financiamiento
relacionado con el fenómeno denominado 'Cambio Climático' (CC), como tema esencial de la vida y la política contemporánea, se centra la acción de múltiples
grupos, organizaciones y expertos o ‘gurús’ en lo que se asume serían impactos
posibles del CC y se empieza a atribuir al CC y confundir con impactos del CC
una gran diversidad de procesos de conformación de riesgos de desastres
vinculados con fenómenos naturales asociados al clima (tormentas, huracanes, ENOS,
etc.) y se llega al extremo de confundir políticas y planes o programas de
reducción de riesgo, con los relativos a la adaptación necesaria a los impactos
proyectados del CC, al margen de que este pudiera evitarse progresivamente mediante cambios en las acciones humanas que, en primer término, serían las que provocan su surgimiento y consolidación.
En años más recientes es muy común que
todo el tema de desastres se intente reducir a las percepciones, reales o
fantásticas del 'Cambio Climático', sin que muchos se tomen la tarea de
determinar en detalle cuáles son los hallazgos y las condiciones precisas
encontradas o proyectadas del CC para las próximas décadas o siglos, y diferenciarlas de las múltiples, variopintas y harto divulgadas 'leyendas urbanas' sobre el CC. De hecho es normal que en foros y grupos se
comente sin ambages y por igual, como si fueran lo mismo, temas de lo relativo al
clima en general y (lo que debería ser particular) de (las proyecciones) sobre consecuencias del CC.
No se trata de un problema teórico o
abstracto, sino de una falta de profundidad y precisión en el análisis de
procesos, un reduccionismo del todo a una parte, como 20 años atrás se tenía
en relación con los desastres y la emergencia, haciendo caso omiso del riesgo.
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